Karina Castillo – Vivo Tan Lejos

Karina Castillo

La peruana Karina Castillo encarna los clásicos ademanes de las artistas pop. Salta en el escenario, se tira al suelo para cantar, y le coquetea al micrófono. Esto, dicho en el mejor de los sentidos, ya que con su interpretación vocal ha logrado cautivar a una audiencia creciente, que aprovecha cada evento ‘indie’ celebrado en Lima para escucharla (y verla) junto a su agrupación Santa Madero. Pero ese es su rol cuando está al frente de la banda. Existe una Karina Castillo más prudente y reflexiva, a quien nos muestra sin rodeos en su álbum debut Vivo Tan Lejos (2023, Estríper Ediciones).

Nacida y criada en los extramuros de la capital peruana, en el distrito de Chaclacayo, Castillo ha convivido con la lejanía desde siempre. Una distancia geográfica que, para esta primera incursión como solista, convirtió en metáfora y concepto. Vivo Tan Lejos no es un título literal; se refiere a la distancia emocional, personal. Al alejamiento y a la inevitable despedida. Esto queda claro desde el track inicial homónimo, donde nos cuenta la historia de un hombre que antepone su dolor al verdadero amor. «Pero esa es la tumba que cavé / ¿Cómo me voy a quejar? / Si me dejas hablarte y verte aún algunos días / Te debo la vida», canta en uno de los versos más sentidos del disco.

Esa primera canción marca la línea musical de otras tantas: indie folk sin mayores adornos, minimalista. En «Lomas de Santa María», su voz –acompañada de una guitarra y sonidos puntuales– narra los recuerdos de una adolescencia que transcurrió entre las aulas de un colegio católico de Chaclacayo, y de cómo se liberó del conservadurismo aplicado. Esa fórmula sonora se escucha también en «Tu cara, tu risa y tu pelo». Un íntimo homenaje a su madre en el que canta con profunda honestidad. («No hay mundo en que yo / Pueda estar muy vieja para dormir contigo / Lo has hecho bien / Me has hecho bien / Y un poco mal»)

Pero hay otro grupo de composiciones que, bajo la producción de Mateo Ledgard (con quien Castillo integra el Colectivo Waykicha) y Rulolo, le dieron un color diferente al álbum. El pop electrónico de «El árbol de cien años», uno de los cortes más destacados, se convierte en un indie rock canónico en «La billetera». Mientras que el pop barroco de «Canción de Orfeo» y «La sombra a tiempo» se transforma en un dance de linaje noventero en «Dios me salve» y «Aún se me complica». «Nomeolvides» requiere una mención aparte gracias a sus sólidas y disruptivas bases de drum & bass.

A pesar de esa interpolación entre guitarras solitarias y cajas de ritmos frenéticas, Vivo Tan Lejos se mantiene firme en su concepto inicial: el saber tomar distancia y aprender a enfrentar la lejanía. Incluso, saber distanciarse cada tanto de uno mismo, como Karina Castillo parece sugerirnos a lo largo de diez canciones. ■


Tracks destacados:
“Vivo tan lejos”, “El árbol de cien años”, “Canción de Orfeo”, “Nomeolvides”

Recomendado si te gusta:
Santa Madero, Colectivo Waykicha


Escucha Vivo Tan Lejos (2023) por Karina Castillo en Spotify: