Es cierto, la música cura. En un año marcado por la tragedia, el dolor y la incertidumbre, hubo sonidos que nos consolaron, nos protegieron y –por qué no– nos salvaron. Aunque parece que estamos lejos de volver a la vida como la conocíamos, hay una normalidad que permaneció invariable: ese refugio que solo nos pueden proporcionar nuestros discos favoritos. Así, pudimos bailar con el trap desde el encierro; recordar con el folk a los que se fueron; entender con el hip hop a los que nos rodean; y abrazar con el pop, el indie y el rock a los que siguen al lado, o a la distancia. Estos son los veinte álbumes que nos ayudaron a sobrellevar un inimaginable 2020.
20
Protomartyr – Ultimate Success Today
(Domino)
Tremendo reto tenían los de Detroit para superar lo hecho en su disco previo, Relatives in Descent (2017). En lugar de apostar por una renovación total de su sonido –y experimentar con un resultado impredecible–, tomaron la decisión más inteligente: morir en su ley, en ese post-punk estilizado que se acerca con firmeza al art rock y el noise. Ultimate Success Today se nos presenta entonces como una secuela con temas clave para su discografía, como el single «Processed by the boys», o los cortes «June 21» y «Michigan Hammers». Es Protomartyr en su mejor momento creativo.
19
Alexandra Savior – The Archer
(30th Century)
Según Alexandra Savior, el track que le da el nombre a este su segundo disco –y que además encierra todo el concepto detrás del LP– fue escrito inicialmente como una canción de amor. Pero luego se dio cuenta que en realidad «estaba escribiendo una reflexión sobre una relación psicológicamente enfermiza, desde la perspectiva de alguien que inconscientemente es consciente de estar siendo maltratada». The Archer es, pues, una revelación personal, que se prolonga en el resto de canciones. Su sonido va por la misma línea: fluctúa entre el indie pop más íntimo y el psych rock más desgarrado. No por nada incluye uno de los temas más sentidos del 2020, «Crying all the time».
18
Declan McKenna – Zeros
(Columbia)
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El mote de «revelación» le cayó como anillo al dedo a Declan McKenna, cuando a los 17 años sorprendió a la audiencia del festival de Glastonbury. Con semejante empujón mediático, a los 19 el centennial británico debutó con un disco redondo: What Do You Think About the Car? (2017). De ello han pasado tres años, y hoy podemos decir que maduró su sonido y sofisticó aún más su ya sofisticado indie rock (gracias, en buena parte, a su productor Jay Joyce). El resultado es Zeros, un segundo elepé que, a pesar del título, suma muchísimo en su discografía.
17
Bándalos Chinos – Paranoia Pop
(Sony Music)
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El pop es una cosa maravillosa cada vez que los Bándalos Chinos se encargan de él. Aprovechando los réditos que les dejó su magnífico álbum BACH (2018), la banda argentina regresó al estudio para concretar un nuevo trabajo con «letras más personales y profundas», según explicaron en una entrevista. Así nació Paranoia Pop, cuyas diez canciones nos retratan diferentes estados de ánimo y sensaciones; por ejemplo, la superficialidad (en el track homónimo), la ausencia («Sin señal»), la admiración («El ídolo») o la indignación («AYNMG»). Por otro lado, nos reitera una gran verdad: todo suena mejor en la voz de Goyo Degano. Fresco por donde se le escuche.
16
The Flaming Lips – American Head
(Warner)
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Pese a las circunstancias difíciles, la pandemia le cumplió un sueño anhelado a Wayne Coyne, el rostro de The Flaming Lips: realizar un concierto con los espectadores encerrados en burbujas gigantes de plástico. De hecho, el peculiar evento sirvió para que graben el videoclip de «Assasins of youth», uno de los temas de su décimo sexto disco de estudio, American Head. Una placa en la que retomaron ese combo ganador de melodías concretas y psicodelia justa. Si lo posicionamos dentro de su discografía, estaría solo detrás de Yoshimi Battles the Pink Robots (2002) y The Soft Bulletin (1999). Se les extrañaba.
15
Thundercat – It Is What It Is
(Brainfeeder)
No es un elepé descomunal como el anterior, Drunk (2017), pero It Is What It Is tiene lo suficiente como para ser incluido en cualquier ranking de este año. Inmersas en ese estilo propio de Thundercat –que algunos críticos han denominado jazztronica–, sus quince canciones fluyen sin problemas entre la improvisación del jazz, la rítmica del hip hop y la espontaneidad del lo-fi. Además, la ejecución en el bajo del californiano sigue siendo contundente. Destacan las colaboraciones de Childish Gambino (en «Black qualls»), Ty Dolla $ign (en «Fair chance») y Kamasi Washington como músico invitado.
14
Mac Miller – Circles
(Warner)
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Un mes antes de su muerte, Mac Miller publicó Swimming (2018), disco pensado como el primero de una trilogía. El segundo debía ser Circles (2020), cuya grabación comenzó –junto al productor Jon Brion–poco antes de su fatal sobredosis. El proyecto quedó inconcluso, pero la familia del músico decidió publicarlo de manera póstuma. Brion llenó los vacíos «basado en el tiempo y las conversaciones» que mantuvo con Miller; lo que derivó en un magnífico repaso por el hip hop, el R&B, el funk, el lo-fi y el soft rock (por mencionar algunos de los tantos géneros que aborda). Inclasificable e imperdible.
13
Bad Bunny – YHLQMDLG
(Rimas)
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Se pueden cuestionar muchísimas cosas de Bad Bunny (sus letras, si así les parece), pero no se puede dudar de su impacto y trascendencia en la música actual. Y eso lo ha logrado con su sonido; un imbatible trap que toda una generación –la más joven, la que tiene cuenta en Tik Tok– adoptó como suyo este año. En esa línea, YHLQMDLG es la obra que resume las intenciones del género; tiene la nostalgia, los beats y las frases memorables para musicalizar cualquier post o video en redes sociales. Es inmediato en un mundo de inmediatez; y además nos puso a bailar a todos en plena cuarentena («Safaera» fue compartida millones de veces en este 2020). Puede ser prematuro decirlo ahora, pero probablemente este LP es el eslabón entre el pasado y el futuro del reggaetón (el ritmo del momento desde hace veinte años). Así son las cosas, nos guste o no.
12
Run The Jewels – RTJ4
(BMG)
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¿Habrá algo que no les salga bien a El-P y Killer Mike? Con cuatro discos de larga duración a cuestas, los Run The Jewels nos han demostrado que son un acto imprescindible para entender el hip hop actual. Pero también son muy necesarios para dar un vistazo al futuro del género; especialmente con su nuevo trabajo, RTJ4, que tiene singles tan potentes como «Yankee and the brave (Ep. 4)», «Ooh la la» y «Just». El dúo estadounidense nos muestra así que se mantiene plena vigencia. Así sea.
11
Lido Pimienta – Miss Colombia
(Anti-)
«Afro, indígena, colombiana, canadiense, punk, folclorista, tradicionalista, transgresora, diva, ángel». Así se describe Lido Pimienta en su página personal, y a esa diversidad cultural suena su tercer LP, Miss Colombia; un acto de resistencia musical y de reivindicación sobre las raíces del continente. Es cumbia, es porro, es electro, es calipso, es pop; es artesanía digital en un mundo globalizado. Cuenta, además, con las colaboraciones de Li Saumet (Bomba Estéreo) y el Sexteto Tabalá. Actual y auténtico; no cabe duda de que estamos ante el mejor álbum latinoamericano del 2020.
10
Phoebe Bridgers – Punisher
(Dead Oceans)
El desamor tiene un soundtrack casi perfecto, y ese es Punisher. El segundo trabajo de la cantautora Phoebe Bridgers es una elegía en clave indie folk; un canto a la muerte emocional. Su muy bien pensada instrumentación (que tiene melotrón, banduras, banjos, arreglos de cuerdas, arpa, y por supuesto guitarras) se amalgama con las letras (que son brutalmente honestas, duras y directas) sin opacarlas. Sobre todo en «ICU» («Unidad de cuidados intensivos», en español; un track premonitorio), «Savior complex» (una de las canciones mejor logradas y más lacrimógenas del año) y el celebradísimo single «Kyoto». Un elepé para olvidar las penas haciendo hincapié en ellas; la mejor terapia.
9
The Strokes – The New Abnormal
(Cult / RCA)
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En The New Abnormal, su sexto disco, The Strokes corrigieron en buena medida las excesivas pretensiones de Comedown Machine (2013), que derivaron en un intento fallido de orientar su sonido hacia lo ochentero (algunos todavía nos preguntamos qué quisieron hacer con esos sintetizadores en el single «One way trigger»). Pero este nuevo álbum tiene una mirada más fina sobre lo hecho en esa década, sin dejar de lado esa audacia que nos mostraron en el debut del 2001, Is This It. Cuando parecían condenados al olvido, Julian Casablancas y compañía volvieron al camino correcto con estas nueve canciones («At the door» y «Ode to the mets» seguramente aparecerán en algún Greatest Hits que se edite de la banda). Que no vuelvan a perder el rumbo.
8
Tame Impala – The Slow Rush
(Modular)
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Kevin Parker ha explicado que su principal inspiración para crear el nuevo elepé de Tame Impala fue el «superproductor» (así lo llamó) Max Martin, el cerebro del pop más mainstream de las dos últimas décadas (produjo a artistas como Britney Spears, Backstreet Boys, NSYNC, Taylor Swift y The Weeknd). Y esa influencia se nota: The Slow Rush, el cuarto emprendimiento de su banda, es una reinterpretación del pop desde su finísima psicodelia y electrónica. Con singles como «Borderline», «It might be time» y «Lost in yesterday», queda claro que Parker es el otro «superproductor» de nuestros tiempos. Larga vida para él.
7
The Microphones – Microphones in 2020
(P.W. Elverum & Sun)
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Toda una vida se puede resumir en 44 minutos. Bajo esa premisa, Phil Elverum se encerró «en algún lugar» (como él mismo ha descrito), cogió sus guitarras y empezó a relatar su historia ante el micrófono. La grabación tomó la forma de un track único, de casi tres cuartos de hora, que nos presenta ahora como su nuevo disco Microphones in 2020. El título es llamativo porque simboliza el regreso de su proyecto The Microphones después de 17 años (sus más recientes trabajos los editó con el alias de Mount Eerie). El LP, pues, es pura reflexión desde el rock experimental; un tributo a la intimidad. Perfecto para un año como este.
6
The Avalanches – We Will Always Love You
(Modular)
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Esta vez el retorno no les tomó tanto tiempo como con su anterior álbum, Wildflower (2016), que lanzaron dieciséis años después del debut Since I Left You. Más actuales que nunca, The Avalanches nos presentan una nueva muestra de su artesanía sonora; de esa capacidad de ensamblar lo que parece incompatible. De crear collages adictivos. En We Will Always Love You, su tercer larga duración, su talento en el sampling y en el plunderphonics (dícese de la tarea de construir tracks a partir de extractos de canciones reconocibles) es complementado por el de una larga lista de invitados, como MGMT, Johnny Marr, Jamie xx, Tricky, Kurt Vile, Karen O, Mick Jones, Sampa the Great, entre otros. Un desfile de nombres reconocibles y de sonidos inolvidables.
5
Jessie Ware – What’s Your Pleasure?
(PMR)
Escúchala: Spotify
El placer, según Jessie Ware, es bailar de lado a lado, con un timing casi cronometrado y dando vueltas para relajarse. Así lo canta en el tema que da el título a su cuarto disco, What’s Your Pleasure?, donde despliega todos sus conocimientos adquiridos en el dance pop, el house y el italian disco. En sus doce canciones, la británica revisita la época cuando Donna Summer era la reina indiscutible, y el disco un estilo destinado a sucumbir. Sin embargo, ella lo envuelve de actualidad y le da nueva vida. El placer, por supuesto, es todo nuestro.
4
Moses Sumney – Græ
(Jagjaguwar)
En su cuenta de Bandcamp, Moses Sumney busca orientar a sus seguidores catalogando a su nuevo disco, Græ, como «folk», «experimental» y «soul». Pero en un LP como este –de 20 tracks y lanzado en dos partes (la primera en febrero y la segunda en mayo de este año)–, cualquier etiqueta se queda corta. Lo que hace el músico californiano en su segundo trabajo es sintetizar todo lo que ha podido escuchar en su vida: además de los géneros mencionados, se distinguen el jazz, el art-rock, el pop; se identifica la vanguardia. Un bombazo.
3
Fiona Apple – Fetch the Bolt Cutters
(Epic)
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A Fiona Apple pudo haberle pasado factura el hype creado por Pitchfork (la publicación le puso un perfecto 10 en su crítica sobre este disco; el primer 10 que ponían en una década), pero no: la opinión de la prensa especializada resultó favorable de manera unánime. Fetch the Bolt Cutters es –ya en consenso– una cumbre del pop experimental, donde la neoyorquina no solo estira las estructuras rítmicas del género, sino que las compensa con líneas melódicas digeribles. Todo en equilibrio justo, como en las fantásticas «Shameika», «Under the table» y «Cosmonauts». Solo el tiempo dirá si este es uno de los mejores discos del siglo XXI; aunque del 2020, al menos, sí lo es.
2
Perfume Genius – Set My Heart on Fire Immediately
(Matador)
La discografía de Perfume Genius ha ido de más a sobresaliente. Desde su debut con Learning (2010) –y pasando luego por Put Your Back N 2 It (2012), Too Bright (2014) y No Shape (2o17)–, Michael Hadreas ha ido forzando los límites del pop. Con precisión quirúrgica, le añadió elementos de otros estilos (ambient, doo wop, industrial, shoegaze, synth) y lo enriqueció hasta establecer su sonido personal. Esta exploración creciente ha llegado a inmejorable puerto: su mejor álbum a la fecha, Set My Heart on Fire Immediately; es un reconocimiento al sonido ochentero desde la estética. Una obra de arte total.
1
Arca – KiCk i
(XL)
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Quien controla el pasado controlará el futuro, sentenció George Orwell en 1984. Y eso fue lo que hizo Arca: retroceder hasta las raíces de la electrónica y el pop para deconstruir ambos géneros a lo largo de los años. Así, pasó rápidamente de ser una total desconocida a convertirse en la confiable colaboradora de artistas como Björk, Kanye West, Frank Ocean y FKA Twigs. Pero su exploración como solista es la más significativa: en su recorrido en solitario, ha redescubierto el IDM, el pop experimental y sus raíces latinas. KiCk i lo prueba mediante sus doce canciones, donde además queda claro que no olvida su punto de partida: su natal Venezuela (sino escuchen «Mequetrefe», «Riquiquí» y «KLK»). Arca es una forastera en este presente; no nos pertenece temporalmente, ni tampoco la merecemos. Todavía.
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