Una de las pocas constantes en la carrera de John Frusciante ha sido mantenerse fiel a sí mismo. Y eso, en su caso, consiste justamente en no ser siempre el mismo. El guitarrista de los Red Hot Chili Peppers –quien este 23 de octubre presenta su nuevo disco solista, Maya– ya ha demostrado cuán a gusto se siente al bucear en las profundidades de la electrónica. Aunque con su reciente sencillo “Brand E”, el músico se ha asomado un poco hacia la superficie.
John Frusciante lleva ya un buen tiempo sumergido en los submundos de la electrónica. Sus coqueteos con el género son rastreables incluso hasta el 2001, año en que lanzó To Record Only Water For Ten Days. Un álbum en el que recurrió a elementos de estilos más amigables –como el new wave y el synth pop– en los arreglos. A partir del 2012, con el EP Letur-Lefr y el larga duración PBX Funicular Intaglio Zone, el músico empezó a plasmar los resultados de su experimentación rítmica en el plano de los sonidos digitales. Pero Frusciante aún quería cantar; y si hablamos de su forma de componer, continuaba moviéndose en los parámetros armónicos del rock y del pop.
Es en el EP Outsides (2013), donde manifestó su intención de “hacer avanzar la música, con un sonido pleno, sin recurrir a ninguna relación musical familiar de armonía que sirva de base”. Entonces se hizo más evidente que su inmersión en la electrónica revolucionaría su música desde las bases. Sus trabajos posteriores así lo demostraron.
A partir del 2010 –y en parte gracias a su amistad con el productor Aaron Funk (conocido como Venetian Snares), figura del breakcore–, se entusiasmó con el acid house. Juntos formaron Speed Dealer Moms y grabaron un EP homónimo de acid techno gracias al sello discográfico Planet Mu. Por esos años, el sintetizador Roland TB-303 era su instrumento predilecto. Él lo utilizaba desde antes de abandonar a los Red Hot Chili Peppers por segunda vez, cuando entre los años 1999 y 2000 lo salvaba del aburrimiento en las giras promocionales del disco Californication.
“Empecé a tomarme en serio mi sueño de hacer música electrónica y ser mi propio ingeniero, contó a propósito del Speed Dealer Moms EP, según recogió el portal Dummy. “Durante los diez años anteriores a eso, había estado tocando la guitarra con una amplia gama de sintetizadores programados y de música basada en samples; emulando lo que oía lo mejor que podía. Me di cuenta de que los lenguajes en los que las máquinas forzaban a los programadores a pensar, habían causado que estos descubrieran un nuevo vocabulario musical”.
John Frusciante había encontrado un universo sonoro de posibilidades infinitas y, fiel a su esencia, se zambulló en él de lleno. Para entonces, de acuerdo con sus propias palabras, había perdido el interés en la composición tradicional y estaba emocionado por encontrar nuevos métodos para crear música. “Mis habilidades para hacer rock no tenían nada que ver con eso”, dijo.
Como consecuencia de ese proceso, en el 2015 empezó a lanzar música sin propósito comercial alguno bajo el alias Trickfinger. El elepé homónimo que realizó con ese seudónimo solo fue distribuido como regalo de Navidad entre sus amigos, hasta que llegó a manos del fundador del sello Acid Test, casa de artistas como Tin Man y Pepé Bradock.
Pero Frusciante ya no tiene deseos de seguir con el acid house. Si bien lo suyo es sumergirse y entregarse a las cosas a niveles casi obsesivos (ya sea a su venerado Jimi Hendrix, a los sintetizadores análogos, a “la cuarta dimensión” que dijo haber experimentado, o hasta a las drogas); también lo es el sacudirse después de haberse empapado por completo y así empezar de cero. Sus idas y vueltas con los Peppers son solo una muestra más de eso.
Trickfinger, ¿sigues siendo tú?
En el 2020, el músico ha decidido honrar a su gata –recientemente fallecida– poniéndole su nombre a su nuevo disco: Maya. Se trata de un trabajo completamente instrumental, e inspirado en el breakbeat hardcore inglés de los primeros años de la década de 1990. Una escena que el músico alcanzó a vivir en los clubs de jungle de Los Ángeles, adonde solía ir a bailar.
Para este próximo trabajo disponible desde el 23 de octubre, abandonó el seudónimo de Trickfinger. Esto, sumado a su sorpresiva reincorporación a los Red Hot Chili Peppers, ha entusiasmado a los fans del Frusciante rockero y del Frusciante cantante. Como se leía en comentarios de las redes, ellos pensaban que su ídolo volvería a encauzarse en caminos musicalmente más convencionales. “Amethblowl” y “Usbrup Pensul”, los dos primeros adelantos del álbum, fueron suficientes para demostrarles que estaban equivocados.
Aunque “Brand E”, el tercer corte del álbum, se percibe más amigable. Estrenado a inicios de la semana pasada, este sencillo no solo llegó con video incluido, sino que el mismo Frusciante lo protagonizó. El clip fue dirigido por Amalia Irons, hija de Jack Irons (baterista fundador de los Red Hot Chili Peppers).
El track arranca con una intro bastante melódica, que interrumpen las baterías aceleradas del jungle. “Give me your motherfucking breakbeat!”, se escucha en la voz sampleada de un niño. Y entonces se suman las cajas de ritmo y los bajos sintéticos –robustos, metálicos–, que terminan de darle carácter al tema. Es entonces cuando este se vuelve plenamente bailable.
En este sencillo, John Frusciante despliega nuevamente su curiosidad rítmica, por lo que ha recurrido a elementos del jungle y el juke. Pero también parece haber recuperado el gusto por las melodías simples. O al menos haber abandonado la exploración por la exploración: en “Brand E”, esa búsqueda está al servicio de una estructura melódica y unos parámetros armónicos más reconocibles. Esos de los que justamente había decidido desprenderse a inicios de la segunda década del 2000 (¿Tendrá su vuelta a los Peppers algo que ver con esto? ¿O viceversa?).
«Me di cuenta de que los lenguajes en los que las máquinas forzaban a los programadores a pensar. Habían causado que estos descubrieran un nuevo vocabulario musical»
Hacia el final del tema incluso incorpora guitarras. Estas melodías –que luego se van distorsionando y convirtiendo en sonidos plenamente electrónicos– son lo más parecido que tendrán sus seguidores al Frusciante de antaño.
“En este punto, no tengo en mente a ningún público en particular mientras hago música. Pensar de esta manera me da cierta libertad, y estimula el crecimiento y el cambio. Es un estado de ánimo que me ha sido de gran utilidad a lo largo de estos últimos 27 años como músico profesional», dijo. Por ello, no podríamos aventurarnos a decir que esta canción ha sido pensada como single. Aunque tal vez el hecho de que tenga videoclip no sea coincidencia.
Esto, además de su impensado regreso a la banda que lo catapultó a la fama, sugiere que hoy el artista es menos reacio a interactuar con el mundo exterior. Pero, por supuesto, sus seguidores sabemos que ese estado viene con fecha de caducidad (y algunos incluso agradeceremos que así sea).
Lo concreto es que se percibe cierta apertura, cierta intención de establecer vínculos. Porque, al menos para los estándares del Frusciante actual, “Brand E” es un single en toda regla. Quizás, para los fans del viejo Frusciante, también se convierta en una puerta de entrada para conocer al John Frusciante del 2020. Un músico que –felizmente– siempre es diferente y brutalmente auténtico.