El 2025 confirmó que la música peruana no puede leerse desde un solo eje ni desde una escena dominante. En este ranking conviven discos que parten del rap afroperuano de Nero Lvigi, la exploración espiritual y política de Susana Baca, la electrónica de diálogo generacional de Ballet Mecánico, el riesgo pop de Andrea Martínez, el noise introspectivo de Los Membrillos o el shoegaze expansivo de Sueño Púrpura. También aparecen búsquedas personales como las de Yamil Quiere Ser Artista, Magel, Maya Endo o Jaze.
La lista refleja una escena diversa en procedencias, edades y lenguajes: hay artistas que dialogan con la tradición afroperuana y amazónica, otros que reformulan el hardcore, el punk o el metal, y varios que cruzan pop, electrónica y música urbana sin pedir permiso. Más que una fotografía estática, esta selección revela un año donde la música peruana se pensó desde múltiples frentes: identidad, ruptura, intimidad, archivo, baile y resistencia.
30
Bastti
Basttiverso
Desde habitaciones prestadas y sesiones nómadas, el pop peruano encuentra un nuevo imaginario. Basttiverso presenta a Sebastián Amaro –conocido artísticamente como Bastti– con un cancionero de synth pop y R&B que mira a los ochenta y al city pop sin perder intimidad. “Ojos de miel” y “Noche olvidable” fijan una identidad melódica clara, pensada para salir del país sin soltar origen.
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29
Naid Cruz
Anticuerpo
Entre despedida y tránsito, Anticuerpo captura a Naid Cruz en un punto de quiebre. Grabado entre Cusco, el Valle Sagrado y Lima, el álbum convierte la vulnerabilidad en materia sonora, cruzando electrónica experimental, ambient y electroacústica. Cada pieza funciona como un registro emocional directo, donde el duelo, la memoria y la escucha desplazan cualquier gesto ornamental. Es un cierre de ciclo que no busca conclusión, sino apertura.
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28
Jaze
Quizá No Es Para Tanto
Jaze baja el volumen del ruido mental y convierte la duda en método con Quizá no es para tanto. El disco avanza desde la aceptación de la incertidumbre, con canciones que privilegian la pausa, la observación y una escritura directa, atravesada por la experiencia del TDAH y la fragilidad emocional. Sin alter egos ni máscaras, el músico peruano se muestra en un punto de madurez poco frecuente, donde el rap convive con el indie pop latino y las colaboraciones amplían, sin invadir, un clima íntimo.
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27
Magel
PTM.FM
Una emisora ficticia organiza la turbulencia de los veintitantos en PTM.FM, el primer larga duración de Magel. El arequipeño, de 23 años, compone, interpreta y produce un set de 12 cortes que alterna ocho canciones con cuatro skits, como pausas de programación emocional. Entre indie pop e indie rock, destacan los tracks “No me jodas” –con su descarga de rabia– y “Espejo”, que vuelve confesión la vulnerabilidad. Siempre sin perder calidez melódica.
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26
Pacha Wakay Munan
El Tiempo Quiere Cantar
El pasado sonoro no aparece como reliquia, sino como materia viva. El Tiempo Quiere Cantar propone una escucha activa de instrumentos prehispánicos puestos en diálogo con prácticas contemporáneas, explorando timbre, vibración y contexto sin afán reconstructivo. Pacha Wakay Munan –dúo integrado por Dimitri Manga Chávez y Ricardo López Alca– investiga desde la interpretación y el archivo, activando pututos, antaras y silbatos como generadores de nuevos paisajes.
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25
Luis Guzmán
Me Atormenta Tu Tormenta
La electricidad vuelve a primer plano en Me Atormenta Tu Tormenta, un disco que empuja a Luis Guzmán hacia un registro más áspero y frontal. Las guitarras cargadas de distorsión sostienen un relato emocional sin concesiones, donde la melancolía convive con pulsos casi punk. Canciones como “Mis accidentes” condensan ese equilibrio entre furia contenida e introspección, reafirmando a la banda limeña en su etapa más visceral.
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24
Ruri
Chinchey
Un nevado de Áncash funciona como brújula y metáfora en Chinchey, el primer álbum de Ruri. El quinteto –activo desde 2022 y nombrado por una palabra quechua que significa «desde adentro»– entrega ocho cortes de psych rock, grunge y noise, con dinámica entre pasajes mínimos y estallidos marcados por la voz de Yamile Olivas. Rodrigo Bravo y David Acuña Sanguinetti grabaron y mezclaron; el arte es de Jugo Gástrico.
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23
Satánicos Marihuanos
La Hora del Pacto
Ritos antiguos, sangre y plantas visionarias alimentan La Hora del Pacto, el tercer álbum de Satánicos Marihuanos. El trío limeño transforma investigaciones sobre ceremonias arcaicas –con especial eco en la cultura Moche– en stoner doom denso, ritual y arrastrado. Guitarras graves, percusión ceremoniosa y una atmósfera invocatoria sostienen un disco que entiende el metal como trance, sacrificio y continuidad histórica.
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22
Marsupials
Pero Me Importas
Construido durante un año de trabajo y producido de forma casera, Pero Me Importas consolida a Marsupials como un trío que avanza sin mapa. El disco cruza garage, pop punk y desvíos hacia el midwest emo y el shoegaze, con canciones nacidas en momentos distintos del proceso, como “S.I.M” o “te quiero odiar”. Todo responde a una lógica intuitiva y colaborativa que refuerza su impronta independiente.
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21
380
Ya Estás Grande
El cansancio, el trabajo precario y la sensación de estar a medio camino atraviesan Ya Estás Grande, segundo álbum de 380. Desde Arequipa, el cuarteto ordena 15 canciones en dos lados que condensan punk rock directo, riffs filosos y una mirada generacional sobre crecer sin manual. No solo mantiene la urgencia noventera y la cruza con ironía cotidiana en temas como “Hombres” o “Estoy Cansada”, sino que refuerza una postura que prioriza actitud antes que pulido.
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