Solo detengámonos a ver las portadas de la discografía de Taylor Swift, ya que reflejan bien sus constantes transiciones. Desde su debut homónimo (2008) hasta Speak Now (2010), muestran a la reina indiscutible del country pop, bombástica y vivaz; mientras que las carátulas de Red (2012), 1989 (2014) e incluso Lover (2019) nos regalan versiones más sobria de la estadounidense.
Pero Folklore es distinto por donde se le mire. Su más reciente disco de estudio, publicado de manera sorpresiva y concebido en tiempos de cuarentena, se presenta ante nosotros con un retrato de Swift en blanco y negro. En la fotografía, ella aparece sola en medio de un bosque monocromático, rústico, hecho a su medida. Es decir, una metáfora visual de lo personal y lo íntimo.
Sin embargo, ese es apenas el preámbulo, porque el cambio en el apartado musical es aún más notorio. En sus dieciséis temas, la etiqueta country pop se difumina entre sonidos más orgánicos; entre pianos, arreglos de cuerdas, guitarras, percusiones precisas y cada vez menos artificios electrónicos. De este modo, se nota la mano de los productores Aaron Dessner (uno de las mentes detrás de The National) y Jack Antonoff.
El factor indie
Pitchfork no ha dudado en calificar a Folklore como «el álbum indie» de Taylor Swift. Y coincidimos: hay una orientación sonora hacia el indie folk que no se puede negar; sobre todo en temas como «exile» (¿sino por qué otra razón incluirías como única colaboración una con Bon Iver?), o «mirrorball» (donde la cantante luce su voz, sin mayores agregados digitales, en una de las mejores melodías vocales del año).
Aunque el sencillo principal es «cardigan», coescrito por ella y Dessner. Según han dicho, la letra habla de «un romance perdido y sobre por qué el amor joven se queda fijado permanentemente en nuestra memoria en muchas ocasiones». El mismo cuestionamiento se refleja en «betty», donde se plantea con mayor claridad el hilo conductor del álbum: un triángulo amoroso.
Folklore encuentra a la artista en el mejor momento de su carrera y en una nueva etapa de vida (acaba de cumplir los treinta años de edad). Con inteligencia, ella fue capaz de asumir riesgos musicales como este; y el resultado ha sido su mejor producción a la fecha. Un disco de colores distintos.
Sello: Republic
Producción: Aaron Dessner, Jack Antonoff y Taylor Swift
Grabación: Estudios Long Pond (Nueva York), Kitty Committee (Los Ángeles), Rough Costumer (Nueva York), Electric Lady (Nueva York), Conway (Los Ángeles)
Fotografía: Beth Garrabrant