Beach House en Lima: reflejos sonoros de una nostalgia a todo color

Impresiones del debut de la banda dream pop de Baltimore en el escenario local, el último martes.

Un caleidoscopio encierra espejos y vidrios de colores en un tubo, con una breve abertura para la luz. Para transitar por sus impredecibles variaciones de colores y formas vívidos, sin embargo, es necesaria la oscuridad, el aislamiento, el encapsulamiento del aparato mismo. Este es, acaso, el modus operandi –en el estudio y en vivo– de Victoria Legrand y Alex Scally, el núcleo de Beach House, que el último martes ofreció su primer recital el Lima.

Con Once Twice Melody bajo el brazo, su octavo álbum desde su debut epónimo en 2006, la banda de dream pop ha emprendido una gira sudamericana que los ha traído a Brasil, Chile, Argentina y Perú. Específicamente, al Anfiteatro del Parque de la Exposición.

La velada arrancó con una sesión musical a cargo de Mario Silvania, la mitad sobreviviente del legendario dúo peruano de electrónica y shoegaze Silvania, que afincado desde 1989 en España se convirtió en uno de los puntales de esta movida en Europa, banda de culto de la vanguardia peruana, además. Tras la trágica desaparición de Coco Ciëlo en 2008 –su contraparte en Silvania– Mario se ha refugiado en una electrónica que transita los territorios de sonidos de la naturaleza, el ambient, secciones drone hipnóticas, sintetizadores que coquetean con el tontipop español, algunos aires del Aphex Twin de mediados de los 90s y texturas de fondo que se acercan al vaporwave de los dosmiles. Haciendo varias referencias a su fallecido colega, Mario Silvania en solitario y sus consolas nos entregaron un set de cerca de 45 minutos como buen abrebocas para lo que se venía.

Foto: Francisco Medina / Veltrac Music

Rayando las 9:30 p.m., Beach House pisaba el escenario con las primeras notas de track inicial y homónimo de su última placa. Legrand, forrada en su clásico sobretodo de látex negro, emergía como una figura sombría, casi oculta; desde la cual manaba un arcoíris de sonidos, con su teclado y voz como únicos artilugios. Scally a su lado, marcaba el paso con su stratocaster color toffee, una bomber negra de brillos y un sonido empecinado en crear —apoyado en una interesante pedalera de efectos— pasajes sonoros diversos para acompañar el dramatismo cinematográfico de los sintetizadores de su compañera. Con ellos, James Barone, baterista itinerante de la banda, resaltaba como el elemento que humanizaba lo celestial de la propuesta. Imprimió un groove orgánico al viaje que nos recordaba que la banda frente a nosotros no era tan solo un hermoso vivarium auditivo; sino un ensamble vivo, incluso desde su solemnidad.

Tras el shock inicial, la banda continuó con “Lazuli”, de su placa Bloom (2012), haciendo gala de una de las marcas de agua de su música: el arpegio, la descomposición de un acorde en su ejecución, es una forma de vida para el dúo y su creación. Le siguió “Dark Spring” (del disco 7, 2018), con sus transiciones al borde de la psicodelia bajo los canales de un electro-pop sin concesiones. Le siguieron “Silver Soul” (Teen Dream, 2010) y “Levitation” (Depression Cherry, 2015) y a estas alturas las reglas de juego estaban claras: la voz de Victoria Legrand envuelve todo el paquete como un celofán tornasolado, con quiebres y arrugas más o menos afectados, crescendos dramáticos y proyectando un anhelo por algo no vivido; mientras Scally, repartido entre la guitarra y el bajo, entraba y salía del shoegaze tributario de Slowdive o Mojave 3.

Foto: Francisco Medina / Veltrac Music

El juego continuaría con “Pink Funeral” y “PPP”, la sentida balada de dormitorio a la que Victoria Legrand invitaba a su público con un “Are you ready?” como preámbulo y referencia a la letra. “Only You Know” convocaba a perderse gentilmente en el bosque de ecos generados desde la guitarra de Scally, que por momentos bajo las sombras del escenario minimalista se confundía con la silueta de William Reid, el autor del sonido guitarrero de The Jesus and Mary Chain, otra de las lejanas influencias de Beach House.

Mientras que en “Take Care” los arrebatos vocales de Legrand acompañaban este sonido como un arrullo al borde del desboque. Siguieron “Girl of the Year” y “Superstar”, track acompañado de visuales de fondo que calzaban a pelo con la propuesta sonora. Era una cajita musical que instalaba un paisaje sonoro de dramatismo de cine; una música de marcha para una carretera perdida en la bruma.

Una de las sorpresas de la noche fue la inclusión de “Gila”, de su segundo disco Devotion (2008), olvidada en sus conciertos desde 2018. El cierre empezaba con “Lemon Glow”, “New Romance” y “Space Song”, el surrealista track que tuvo su momento viral en redes hace algún tiempo. En efecto ,expresa la desesperanza y la nostalgia por lo que pudo ser, pero acaso sigue siendo. “Over and Over” y «Myth» fueron guardadas para el final, ante un anfiteatro lleno al 80% aproximadamente.

Así se despedía Beach House, sin mucho floro, agradecidos de tocar en Lima por vez primera y con la promesa de volver. Resuenan aún los espejos musicales y texturas sombrías cargadas de emoción que dejaron flotando en el ambiente. ■


Setlist de Beach House en Lima:

  1. «Once Twice Melody»
  2. «Lazuli»
  3. «Dark Spring»
  4. «Levitation»
  5. «Silver Soul»
  6. «Pink Funeral»
  7. «PPP»
  8. «Only You Know»
  9. «Take Care»
  10. «Girl of the Year»
  11. «Superstar»
  12. «Gila»
  13. «Lemon Glow»
  14. «New Romance»
  15. «Space Song»
  16. «Over and Over»
  17. «Myth»