El 2025 confirmó que la música peruana no puede leerse desde un solo eje ni desde una escena dominante. En este ranking conviven discos que parten del rap afroperuano de Nero Lvigi, la exploración espiritual y política de Susana Baca, la electrónica de diálogo generacional de Ballet Mecánico, el riesgo pop de Andrea Martínez, el noise introspectivo de Los Membrillos o el shoegaze expansivo de Sueño Púrpura. También aparecen búsquedas personales como las de Yamil Quiere Ser Artista, Magel, Maya Endo o Jaze.
La lista refleja una escena diversa en procedencias, edades y lenguajes: hay artistas que dialogan con la tradición afroperuana y amazónica, otros que reformulan el hardcore, el punk o el metal, y varios que cruzan pop, electrónica y música urbana sin pedir permiso. Más que una fotografía estática, esta selección revela un año donde la música peruana se pensó desde múltiples frentes: identidad, ruptura, intimidad, archivo, baile y resistencia.
10
Nabhi
Placeb0000
La electrónica funciona aquí como refugio emocional y campo de prueba. Placeb0000, álbum debut de Nabhi, articula once canciones donde bachata, cumbia y reggaetón dialogan con house, drum and bass y glitches digitales. La idea del placebo atraviesa el disco como negación y cierre de ciclos vitales. “Dolores” expone un reggaetón etéreo y vulnerable, mientras “Crisalida” desplaza el house hacia una transformación íntima, tensa y nocturna.
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9
Sueño Púrpura
Souvenir
Arranca como un zumbido que se queda suspendido en el aire y termina como un eco que tarda en apagarse. Souvenir, álbum debut de Sueño Púrpura, condensa seis piezas donde el shoegaze se vuelve espacio emocional: guitarras densas, melodías frágiles y un pulso que oscila entre la catarsis y la contemplación. Asimismo, encuentra sus picos en “Granate” y “Mora”, confirmando una sensibilidad que privilegia la atmósfera sobre el exceso.
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8
Andrea Martínez
Ambrosía
La cumbia aparece como herencia viva y se transforma en pulso contemporáneo. Ambrosía es el segundo álbum de la cantautora Andrea Martínez y mira hacia Pucallpa –y la tradición amazónica en general– para reimaginar la tecnocumbia desde una sensibilidad electrónica y femenina. Entre beats, memoria familiar y celebración corporal, el disco entrelaza duelo y goce. Por otro lado, las colaboraciones con Rossy War y Ana Kohler amplían un relato donde la pista de baile también funciona como ritual.
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7
Ballet Mecánico
Primera Secuencia
Bajo el alias Ballet Mecánico, Fernando Pinzás arma un primer álbum que convierte la pista de baile en bitácora de pandemia y protesta. Primera Secuencia propone italo disco, Hi-NRG y synthpop con un filo EBM heredado de su proyecto Varsovia, sostenido por bajos insistentes y secuencias sombrías. Cada tema suma una voz invitada de la escena local (Kat Kathia, Noelia Cabrera, Luxie, Laura Rosales, Susana Fátima, Elva Cío, Luminiscencia, Anabhell). Resaltan los cortes “No Cederé” y “Testamento”, que sintetizan su choque entre euforia y resaca social.
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6
Yamil Quiere Ser Artista
Bandido, El Tiempo Se Acaba
La urgencia atraviesa cada pista como si el tiempo fuera un adversario real. Bandido, El Tiempo Se Acaba expone al arequipeño Yamil Riega Zamalloa –o Yamil Quiere Ser Artista cuando está sobre el escenario– en plena ruptura estética, saltando del indie íntimo al neoperreo, el hyperpop y el lo-fi trap sin pedir permiso. Diecisiete canciones, colaboraciones afiladas y un pulso generacional que convierte ambición, ansiedad y deseo en una declaración artística sin red de contención.
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5
Susana Baca
Conjuros
Ocho años de trabajo confluyen en Conjuros, producción discográfica de Susana Baca concebida entre Abuja (Nigeria) y San Luis de Cañete. Góspel, festejo, landó y vals articulan una escucha atravesada por espiritualidad, memoria afrodescendiente y conciencia política. Coros africanos, cantos rituales y repertorio patrimonial dialogan con una voz que piensa la música como archivo vivo, gesto ético y afirmación histórica.
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4
Fe Baca
Gestos Remotos
La calma aquí no es un refugio, sino un método. En su segundo álbum Gestos Remotos, Fe Baca trabaja la emoción como arquitectura, y levanta un espacio sonoro donde memoria y afecto se observan sin dramatismo. La colaboración con Efrén Castillo define un diseño preciso de capas digitales, silencios y ritmos fragmentados. El disco piensa los recuerdos como materia filtrada, íntima y abstracta, que se vuelve universal por contención, no por exceso.
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3
Sismo En Bucarest
Entre La Espada y La Pared
Aunque se presenta como mixtape, Entre La Espada y La Pared (2025) funciona, en los hechos, como un punto de quiebre dentro del proyecto Sismo En Bucarest. En estas 14 piezas, el productor Israel Martínez profundiza la línea abierta en el álbum El Rey de la Noche (2022), llevando el trap, el IDM y el dubstep hacia terrenos deconstructivos. Sampling, glitch y collages digitales dialogan con el plunderphonics para tensionar formato, club y archivo sonoro.
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2
Los Membrillos
Distimia
Hay discos que no buscan respuestas, sino nombrar estados. Distimia es el debut de Los Membrillos y funciona justo ahí: diez piezas donde el shoegaze, el dream pop y el noise pop sostienen una emoción ambigua, entre el desgaste y la quietud. Las guitarras construyen capas densas, las voces flotan sin imponerse y las letras observan relaciones, silencios y crecimiento sin dirección clara. Grabado en Sonoideas y pulido por Rocco Flores, el álbum fija un nombre propio dentro de la escena limeña.
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1
Nero Lvigi
Afroperurban: Los de Verdad Nunca Mueren
Afroperurban: Los de Verdad Nunca Mueren es una obra de arraigo y afirmación. Nero Lvigi construye el disco desde una inmersión real en San Luis de Cañete, integrando rap, cajón y guitarra criolla como lenguaje cotidiano, no como ornamento. Las canciones articulan memoria familiar, duelo, racismo estructural y desencanto político con escritura frontal y escenas precisas. La voz del padre en el inicio fija el tono íntimo y comunitario, reforzado por un elenco amplio de colaboradores. Identidad afroperuana pensada desde el presente urbano, sin idealización ni consignas vacías. Con ustedes, el álbum peruano de 2025.
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