En agosto de 1996, dos noches frente a un total de 250 mil personas confirmaron el reinado de los Gallagher, y su supremacía en el mainstream británico de los años noventa.
Era el 11 de mayo de 1996 y el Reino Unido amanecía en estado de euforia. A las 9 de la mañana, la central telefónica de la empresa encargada de vender entradas había colapsado: dos millones y medio de personas intentaban conseguir un lugar para ver a Oasis en Knebworth Park, el enorme parque de Hertfordshire (Inglaterra) que décadas atrás habían coronado Pink Floyd, Led Zeppelin y Queen. Las fechas disponibles: el sábado 10 y el domingo 11 de agosto.
Por entonces, esos dos millones y medio equivalían al 5% de la población británica. Es decir, 5 de cada 100 ingleses, escoceses, galeses y norirlandeses pugnaban por adquirir el ticket que les permitiera escuchar a los Gallagher en vivo. No era para menos: los hermanos acababan de editar su obra cumbre, (What’s the Story) Morning Glory? (1996). Era, según la prensa especializada, una fiebre musical que no se veía desde la Beatlemanía.
Las líneas telefónicas no soportaron tanto. En menos de 24 horas, ambas fechas agotaron su capacidad total, y el sold out llegó en tiempo record. Cerca de 250 mil personas pagaron £22,50 (US$67,5 actuales aproximadamente) para presenciar el punto más alto en la trayectoria de la banda de Manchester y el pináculo del britpop de los años noventa. Recordamos este hito musical con cinco datos que, probablemente, no conocías.
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El sonido de los 90 en un escenario
La lista de invitados al backstage de Knebworth parecía un festival paralelo: Jarvis Cocker, Kate Moss, Mick Hucknall (Simply Red), Anna Friel, Martine McCutcheon y otras figuras desfilaban ante las cámaras que cubrían el evento. Pero los teloneros –artistas que ciertamente definieron el sonido de la década– también sorprendieron. En la primera noche, el público tuvo como actos previos a The Prodigy, Manic Street Preachers, Ocean Colour Scene, The Chemical Brothers y The Bootleg Beatles. Para la segunda fecha, subieron al escenario The Charlatans, Manic Street Preachers, Kula Shaker, Cast y Dreadzone.
Tres semanas antes del histórico fin de semana, Rob Collins, tecladista de The Charlatans, había fallecido en un accidente automovilístico en Gales. Martin Duffy de Primal Scream tomó su puesto en Knebworth. Horas más tarde, Liam le dedicó el tema “Cast No Shadow”.
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Un primer acercamiento al Be Here Now
Aunque el setlist fue un repaso de los álbumes Definitely Maybe (1994) y (What’s the Story) Morning Glory? (1995), hubo espacio para la sorpresa. Oasis presentó dos canciones inéditas: “It’s Gettin’ Better (Man!!)” y “My Big Mouth”, que serían incluidas en su eventual trabajo discográfico de 1997, Be Here Now. Fue un guiño al futuro. Los Gallagher nos mostraban que, incluso en la cúspide, ya tenían planeado su próximo movimiento.
3
El concierto en el dial
Knebworth no solo se vivió en el campo: también tuvo su propia frecuencia de radio. La estación 106.6 FM, rebautizada para la ocasión como Radio Supernova, transmitió el evento con una cobertura que abarcaba más de 30 kilómetros a la redonda. Para quienes no consiguieron entradas, sintonizarla fue como abrir una ventana al corazón de los conciertos. Las emisiones incluían entrevistas, detalles desde el backstage, y segmentos exclusivos que capturaron la magnitud de un fin de semana irrepetible.
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Un invitado de la movida ‘Madchester’
En la recta final del show del sábado 10 de agosto, Liam presentó a John Squire, guitarrista de The Stone Roses, para brindar una versión extendida de “Champagne Supernova”. La interpretación estuvo cargada de solos y distorsión atmosférica, antes de empalmar al cierre con “I Am the Walrus”, el homenaje fijo que Oasis rendía a The Beatles.
Casi tres décadas después, y cuando la reunión de los Gallagher aún parecía una quimera, Liam convocó a John para editar el álbum colaborativo Liam Gallagher John Squire (2024), con el que intentaron establecer un revival del britpop. No lo lograron, pero al menos obtuvieron buenas críticas de la prensa musical.
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La imagen para un nuevo número uno
Desde el escenario, un fotógrafo capturó la visión imponente de 125.000 personas bajo el cielo de Hertfordshire. Esa imagen acaba fue utilizada como portada del compilatorio Time Flies… 1994-2009, editado originalmente en 2010 y remasterizado este año. El álbum debutó en el número uno del chart británico, convirtiéndose en el octavo disco de Oasis en alcanzar el tope de las listas. Más que una portada, era la prueba tangible de que, en Knebworth, la banda había tocado algo más que canciones: había hecho historia. ●
