Pablo Villanueva ‘Melcochita’: «Me siento más músico que comediante»

Melcochita posando con un saco rojo

A Melcochita le gustaría que lo recuerden como un gran músico, pese a que en el Perú –refiere– “poca gente sabe que hago canciones”. Acaba de lanzar su más reciente disco, El Sonero Llegó (2025, Play Music), donde interpreta 12 clásicos de la salsa como “Pa’ Bravo Yo”, “El Cantante” y “No Quiero Envejecer”. En su carrera, ha grabado con salseros de la talla de Johnny Pacheco y Celia Cruz, pero también se involucró en el rock grabando junto a Los York’s y Traffic Sound. Don Pablo Villanueva Branda (Lima, 1936) nos recibió en su casa ubicada en Chorrillos para hablar sobre su nueva incursión discográfica a los 88 años de edad. Además, conversamos sobre sus inicios en la música, su aprendizaje constante y su renovada perspectiva frente a la vida… y la muerte.


Lógicamente, esperaba un chiste o una ‘chapa’. Abro la puerta y lo veo sentado en el sillón de su sala, con la mirada seria de un hombre que ya cuenta 88 calendarios. Estamos en su casa, ubicada en un condominio en el distrito de Chorrillos. Saco rojo, camisa negra, pantalón oscuro y anillos de oro en ambas manos. Estoy sentado frente al humorista más importante de la historia del país, pensé. Sin embargo, ni el chiste ni la ‘chapa’ llegaron.

Pablo Villanueva Branda ‘Melcochita’ es, quizás, una de las figuras más reconocibles del país. Su oficio se lo permite. Provocar la risa es algo que el público no solo recuerda, sino que agradece profundamente. Primero, porque no es tan simple como parece. Y segundo, porque el humor no admite repeticiones: un chiste no sirve si se cuenta más de una vez. Pero él lleva más de medio siglo haciendo reír a los peruanos. Aunque se convirtió en comediante por azares del destino: sucedió luego de que Augusto Ferrando lo convocara para su recordada Peña Ferrando, cuando aún trabajaba como baterista en el night club Embassy, del Centro de Lima. “Seguramente, vio que yo tenía carisma y me llamó. Así empecé en la comedia”, cuenta.

Pero ‘Melcochita’ siempre fue músico. Desde niño, con apenas 6 años de edad en su barrio de La Victoria, formó parte de la orquesta Son de Aruba. Tiempo después, en la década de 1950, fundó junto a sus hermanos la agrupación de música latina Son Cubillas. Su hermano mayor le enseñó a tocar la conga.

El resto es parte de una historia pocas veces contada: se presentó en cientos de escenarios; grabó más de 20 discos; tocó con leyendas de la salsa como Celia Cruz y Johnny Pacheco; fue músico de apoyo durante la primera escena del rock peruano; fue nominado a los Latin Grammy en 2019 con el tema “La Momia”; y, junto a su hermana Lita Branda, es el único peruano reconocido en el Museo de la Salsa en Nueva York. Tras dos décadas de silencio discográfico, en 2025 abre un nuevo capítulo musical con El Sonero Llegó, disco que acaba de lanzar a sus 88 años.

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Melcochita: entre la música y la comedia

¿Qué tan difícil fue grabar un disco entero de salsa, sobre todo sin haber entrado al estudio durante 25 años?

M: No fue difícil porque ya tengo experiencia cantando. Más difícil es ser comediante. [Risas]

¿Se siente usted más músico, o más comediante?

M: Me siento más músico que comediante. En la comedia tienes que ser medio psicólogo para dominar al público. En la música, te paras a cantar. La gente baila y punto.

Entonces, ¿le gustaría ser recordado como músico antes que como humorista?

M: Que me recuerden como soy. Ambas cosas.

Sin embargo, en anteriores entrevistas, usted dijo que “le duele” que la gente no lo reconozca tanto como músico.

M: Es que acá hay que tener una argolla o abonar algo para que te pasen el CD [en la radio]. Casi el 80% del Perú no sabe que soy sonero. No me hice conocido porque no difundían mi música. Pero en Colombia… mira, te voy a enseñar…

[Melcochita saca su celular. Me hace escuchar dos audios. Ambos son de productores colombianos. Lo invitan a viajar allá. No solo a tocar, sino también a participar en conversatorios. “Lo esperamos, maestro”, le dicen. Muy probablemente, este reconocimiento en el país vecino se deba a que, en 1986, grabó el tema “Pegaso”, el cual sigue siendo un tema imprescindible para armar la rumba en Cali. “Hasta ahora no pasa de moda allá”, aclara el sonero.]

M: La culpa no es del pueblo. En el Perú, me adoran. Pero hay ciertas personas que tienen su argolla y no les conviene que yo suene. En México, pegó “Son de los viejitos”; en Colombia, “Pegaso”; en Venezuela, “Rumbera Mayor”. Aquí nunca me pasaron. Recién ahora se están dando cuenta.

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El regreso del sonero

Su nuevo álbum, El Sonero Llegó, empieza con la canción “No quiero envejecer”. ¿Hay alguna razón detrás? ¿Hoy siente que no quiere envejecer?

M: Esa es una canción antigua que yo grabé y, claro, le doy mi interpretación. Es sobre un cantante que envejece y se queda solo. Me gusta dar mensajes en mis canciones.

¿Y qué mensaje tiene este álbum?

M: Que el artista se debe al público. Siempre hay que tratar bien a la gente que te da de comer. A un 50% [de artistas] se le suben los humos y se olvidan. Cuando le das la espalda al pueblo, perdiste.

¿Cuál es su mayor logro como músico?

M: He grabado con Johnny Pacheco, con Celia Cruz. Hay otros bravos también.

[Me enseña saludos de Andy Montañez y Rafael Ithier de El Gran Combo de Puerto Rico]

¿Cómo se siente con estos reconocimientos?

M: Es un honor que esos maestros me saluden. Celia Cruz me invitó a tocar en su show. Johnny Pacheco, director de La Fania, me grabó un disco. He trabajado con grandes orquestas y se quedaban admirados porque no tengo sangre cubana. Aún así, hacía cosas con la salsa que los asombraban. Una vez, Isidro Infante se quedó asombrado cuando interpreté “Cali Flamenca”.

En 2019, Tony Succar me dijo: “Tú no sabes con quién has trabajado, Melcochita. Hay que hacerte un monumento en el Perú”. Le había enseñado el video de un programa que hice con David Letterman. Él me invitó a trabajar con él, pero yo nunca aprendí inglés.

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Melcochita, el rockero

Usted le puso congas al rock peruano (“Meshkalina” de Traffic Sound), silbidos (“El Batman del Kayser” de Los York’s) y gritos aleatorios (“El Loco”, también de Los York’s). También ha dicho que, en la década de 1960, usted era el “comodín” del sello discográfico MAG, donde apoyaba como multiinstrumentista en sesiones de grabación.

M: Los York’s estaban en Discos MAG. Después se fueron a El Virrey, otra disquera. Yo dije: “¿Ahora qué hago?”. Les pedí que me pasen la pista [de “El Loco”] y sobre eso metí letra. No me acuerdo de lo que hice, pero improvisé las 12 canciones [algunas de las cuales resultaron en el disco apócrifo de Los York’s, publicado en 1969]. Por otro lado, junto a Traffic Sound le puse conga al rock. En esa época, eso solo lo hacían los americanos.

¿Le gustaba el rock por entonces?

M: Yo tocaba batería y aprendía de todos los ritmos: rock, bossanova, compases en 5/4, en 3/4…

¿Y usted admira a algún rockero?

M: A los Traffic Sound, a Los Doltons, a Jean Paul El Troglodita. De los internacionales me gustaba Gene Krupa, el baterista. Si no me hubiera dedicado a la comicidad, habría sido baterista.

¿Escucha música actual? ¿Hay algo que le llame la atención hoy en día?

M: No, la verdad no escucho. No me llama la atención. La música de antes era bonita. Ahora viene un cojudo con un parlante diciendo: “Mételo, sácalo”… y [lo siguen] 60.000 personas. Hay gente nueva que es talentosa, los he escuchado; pero no los pasan en la radio. No es culpa de la nueva generación, es culpa de la radio.

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Melcochita, el salsero

Siempre menciona a la nueva generación. ¿Se siente cercano a los jóvenes?

M: Claro. He trabajado en el Sargento Pimienta. Pura juventud. Lleno total. Hay chicos que sí disfrutan la música, la salsa dura. No esa cosa de ahora.

Para usted, ¿el Perú es un país salsero?

M: Por supuesto. La salsa tiene su gente, igual que la chicha… y bueno, también el reggaetón.

No lo convence el reggaetón…

M: Justo escuché que Bad Bunny grabó una salsa y dijo: “Voy a poner la salsa de moda”. Yo lo oí… y está todo desafinado, descompasado. Ha destruido la salsa, y todavía lo ponen en el primer puesto [de los rankings]. ¡No me jodan, pues, hermano!

¿Cuál es su salsero favorito?

M: Varios. En salsa dura, Oscar D’León, Andy Montañez y Cheo Feliciano. Marc Anthony también me gusta, pero es más romántico. No es salsa dura. Y Celia Cruz, claro.

No hay salseros peruanos en la lista…

M: Tendría que haber más. Con el tiempo, la gente se va a dar cuenta de las huachaferías que escucha. Esos ritmos son descartables. La salsa es eterna.

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Pablo Villanueva, el humano

En los últimos años, ha enfrentado algunos problemas de salud. A pesar de ello, sigue incursionando en la música. ¿Piensa continuamente en la muerte?

M: Sí, aunque no le tengo miedo. Sé que la muerte da sueño. El sueño empieza en las piernas y sube hasta la cabeza. La muerte te quiere cerrar los ojos, pero uno no debe dejarlos cerrar. No se siente dolor: solo sueño.

¿Cuál es su mayor fortaleza?

M: Mi mente. Todo está en la cabeza. Las fuerzas se apagan cuando uno se preocupa. La mayoría vive de preocupaciones. Yo vivo tranquilo. Mis hijas estudian y sacan buenas notas. A mis hijos mayores, ya los mandé a Estados Unidos. No molesto a nadie. Y no me gusta perder.

¿Hay algo que lo conmueva?

M: La música. La música es mi vida.

¿Tiene alguna canción que lo haga llorar?

M: La canción que hice:  “Madre”. Es triste. En México me invitaban a cantarla en las cárceles. El alcaide me decía: “De tres mil presos, dos o tres se curan”. Una vez la canté y un preso quiso disparar porque se acordó de su mamá. Lo tuvieron que agarrar entre todos. Muchos se arrepienten de haberlas tratado mal, y cuando quieren hacer las cosas bien, ya es tarde.

¿Recuerda mucho a su madre?

M: Mi mamá me adoraba. Me decía: “Si te cae una bala, se desvía”. Ella me alumbra siempre. Era cantante también. Le gustaba la chispa, los chistes. Uno debe tener claro que todos somos mortales. Puedes vivir 100, 150, 200 años… pero igual llega la hora. ●


Escucha El Sonero Llegó (2025) por Melcochita: