Previo al primer concierto de la banda argentina en Lima, su vocalista Mateo Sujatovich habló con nosotros sobre sus procesos de composición, lo que viene escuchando y su (todavía) lejano interés en el reggaetón y el trap.
Son casi las 6 de la tarde y esta es la última entrevista que brinda Mateo Sujatovich. Pero, al igual que las diez anteriores que concedió antes de mi turno, no pierde su sonrisa ni la amabilidad para seguir conversando. Tiene claro que, tanto el público como la prensa, están muy interesados en conocer –de primera mano– cómo ha creado ese universo llamado Conociendo Rusia, su proyecto personal con el que lleva publicados tres discos de estudio. El más reciente, que además lo trae a Lima, es La Dirección (2021).
El ‘Ruso’, como lo conocen desde siempre, es hijo de Leo Sujatovich, quien fue tecladista de la agrupación Spinetta Jade y nieto de ‘Pichona’ Basterra, profesora de piano de Charly García. Con todos estos referentes, Mateo tenía asegurado su ingreso a la música. Pero gracias a sus letras y a ese aire melancólico que impregna en sus composiciones, ha logrado hacerse un nombre propio, alejándose así de las inmensas e inevitables sombras. No por nada, ahora todos quieren conversar con él.
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¿Cansado?
Un poquito.
¿Cuántas entrevistas llevas?
Unas cuantas, no pocas… [Risas]
Igual mantienes la sonrisa.
¡Claro! Es la primera vez que vengo a una ciudad tan acogedora como Lima. Es una experiencia diferente, no solo porque se come bien sino porque he recibido muchos mensajes de peruanos que me pedían que venga. Se aligeraron un poco las cosas con la pandemia y bueno… aquí estamos. La música me da la posibilidad de muchas cosas, como viajar.
¿Por qué crees que tu música ha conectado tan rápido con la gente?
Debe ser por la honestidad que conlleva. Por ejemplo, el proceso de composición de La Dirección fue atípico. Lo escribí en plena pandemia y eso lo hace especial, porque tenía tanto tiempo libre que había que expresarse de alguna manera. Es un disco muy casero. Lo vi muy personal, con sus altibajos emocionales. Está cocinado en ese ambiente de desorden mundial, en donde muchos se sintieron identificados.
¿Y cómo es tu proceso de composición?
Con el piano soy bastante perro y no sé bien a dónde voy. Con la guitarra intuyo a dónde ir y no tengo mucho problema. La idea siempre es explorar y llegar a lugares extraños. En general, mientras hago la música intento que aparezca algo. Voy en búsqueda de la letra. Soy de explorar mucho.
¿Qué estás escuchando últimamente?
[Saca su smartphone] No soy muy bueno con los nombres, pero estoy escuchando a The War on Drugs, que me gusta bastante. Uh sí… Todd Rundgren también. Y después los de siempre: Spinetta, Charly, un poco de McCartney y Elvis Costello, que nunca viene mal.
Por el lado de la música urbana, ¿tienes alguna preferencia?
La verdad que no mucho.
¿Te llama la atención ir por las rutas del reggaetón y el trap?
Por ahora no tengo ganas de explorar en esa dirección. Soy leal a lo que me da ganas. Igual nunca se sabe. Quizás en algún momento me encuentre con alguien que me anime a hacer algo y podría ser.
¿Qué viene después del concierto en Lima?
Iré a Chile, Argentina y después vuelvo a México. Ando componiendo sin fecha. La Dirección salió hace muy poco y todavía quiero darle más vida mediática, viajar.
Cabildo y Juramento (2019), el nombre de tu segundo disco, es una esquina muy linda y vertiginosa de Buenos Aires. ¿Qué tan importante es esa imagen de las calles y avenidas en tus canciones?
Lo fue en su momento. En esa esquina en particular me pasaron varias cosas. Vivía a pocas cuadras. Pero las esquinas son muy especiales, siempre cuentan historias. Igual creo que ya no podría cantarle a otra esquina, mucha promoción. [Risas] Ya resolví el tema.