Es el único exintegrante de Los Prisioneros que sigue manteniendo vivo ese legado. En el marco de la celebración por los 40 años del lanzamiento de La Voz de los ’80 (1984, Sello Fusion, EMI Music), uno de los discos cruciales para entender la historia reciente de Latinoamérica, conversamos con Claudio Narea. El guitarrista y miembro fundador de la emblemática agrupación chilena nos habló sobre su nueva mirada política, su postura frente a la música de hoy, y sus futuros proyectos en solitario. Por supuesto, sin González ni Tapia.
La Voz de los ’80 es un disco esencial para toda una generación del rock en español. Apareció en un momento particular de la historia latinoamericana: la dictadura de Pinochet en Chile. ¿Qué significó para Los Prisioneros y Claudio Narea editar un disco así en ese contexto?
Claudio: Nosotros crecimos con la dictadura, entonces tampoco es que conociéramos otros sistemas [políticos]. Cuando se hablaba de democracia era en onda… ¿y cómo será eso? Crecimos con militares en las calles, con sustos, porque de pronto te podían detener sin haber hecho nada. Solo por caminar en la calle; a mí me pasó una vez. En Chile tampoco había una escena musical que nos invitara a decir: «Bueno, vamos a unirnos a esto y empezar a hacer música como ellos». No existía. Yo prendía la televisión los sábados y estaba Don Francisco. Aparecía alguna gente cantando, pero no lo veía como una escena musical. Para nosotros fue comenzar a hacer algo desde cero. Por otro lado, tampoco teníamos instrumentos musicales, ni la posibilidad de grabar un disco. Era como jugar a hacer música… hasta que de pronto nos convertimos en Los Prisioneros.
Te lo preguntaré de forma directa: ¿Alguna vez temieron por sus vidas debido al contenido de este disco?
C: No. Sucede que, cuando eres joven, no crees que las cosas que se dicen te van a pasar a ti. Nos pasa a todos los jóvenes eso de creernos inmortales. Cuando empezamos a tocar, ciertos productores nos decían: «¿Los Prisioneros? ¿No piensan cambiar de nombre?». Y es que Pinochet había tomado prisionera a mucha gente. Quizás era una palabra que debíamos evitar decirla. Lo que sí pasó fue que nos censuraron varias veces: en la Teletón de 1985; en el Festival de Viña del Mar; incluso cuando teníamos giras programadas. Nos llamaban y nos decían que ya no podíamos tocar ahí.
Se podría decir que hoy el panorama es distinto. Se suele condenar la censura, hay más acceso a la información, existen sociedades más globalizadas. ¿Crees que el discurso de La Voz de los ’80 se recibiría en 2024 de igual forma?
C: Actualmente, la música que funciona mejor no tiene ningún discurso. El trap y el reggaetón casi no tienen discurso… es solo un «pasémosla bien». Cosas muy superficiales. Si existen canciones de amor con contenido y profundidad, no están en el trap ni en el reggaetón. No lo sé, quizás solo son suposiciones mías… pero algo malo debe suceder con las canciones actuales, porque la gente quiere volver a escuchar la música de antes. Algo tienen las canciones de La Voz de los ’80 que siguen entusiasmando a los oyentes actuales.
¿Sobre qué debería hablar la música actual?
C: Creo que todo pasa porque hay una gran crisis del ser humano. Tiene que ver esencialmente con eso. Hoy, hasta cuesta creer en la democracia; la corrupción está en todos lados. Obviamente, valoro más la democracia que las dictaduras, pero aún así no confío tanto en las democracias de hoy. Me cuesta confiar en eso, y creo que me pasa con la música también.
La música actual es la peor música de todas las épocas. Si bien soy un entusiasta y me gusta escuchar de todo y de todas las épocas, no me equivoco cuando digo que la música actual es la peor música popular de todos los tiempos. Es una especie de fábrica de salchichas; todas las canciones son similares. Yo lo veo así. Hay mucha superficialidad en los tiempos actuales. De todos modos, no soy un sociólogo. Esa debería ser una conversación desarrollada por sociólogos.
Con lo que dices, se me viene a la mente un verso de la canción “Nunca quedas mal con nadie”: «eres un artista y no un guerrillero». ¿El mundo de hoy necesita menos artistas y más guerrilleros? O, en todo caso, ¿hay un punto medio entre los dos?
C: El mundo no necesita guerrilleros. Estamos un poco en un callejón sin salida, y lo único que contribuye es el arte. No hablo de arte como la música urbana comercial. Para mí, la música urbana de hoy no tiene nada de arte. El mundo necesita más poesía, más literatura, más música y menos armas. Y también hay que decir que esto es un tema de los hombres, porque si fuera por las mujeres, no existirían las guerras. Ese pensamiento de «si me pegas yo te voy a golpear cien veces a ti»… es algo de hombres; y esa forma de pensar jamás va a permitir la paz. Esta cultura de muerte, esta cultura de las guerras, no nos va a llevar a nada bueno.
Siendo trágicos y apocalípticos, ¿cómo te imaginas el final de la industria musical?
C: Mira, sobre eso, justo la otra vez me preguntaba qué esperaba de la inteligencia artificial… y la verdad que no espero nada bueno. A mí no me interesa escuchar una nueva canción de Queen con la voz de Freddie Mercury, o una canción nueva de los Beatles. Ellos ya cantaron lo que tenían que cantar. Lo que ahora venga con la IA es como un truco de magia: te podrá sorprender la primera vez; después ya no tiene sentido. La IA me parece más basura de la que hay. Podrá arreglar alguna foto, pero confiar que por ahí viene la nueva música… nada que ver. Cuando consumo música, busco conocer sobre la experiencia humana de alguien, no sobre la experiencia de un robot.
¿Y respecto a tu oyente? ¿Qué te gustaría que piense una persona cada vez que escucha a Claudio Narea tocando Los Prisioneros?
C: Lo que a mí me habría gustado, en general, es que Los Prisioneros no nos hubiéramos separado nunca y poder seguir los tres juntos. Tocar en todas las partes del mundo donde dijimos que queríamos tocar. Eso hubiese sido lo ideal, pero lamentablemente no fue así. Mantener a la banda tanto tiempo no fue posible. Ahora que Los Prisioneros ya no existen, pienso que cuando toco las canciones de la banda… aún están muy vivas. Muestra de ello son los tantos niños y jóvenes que van al show.
No soy un sobreviviente de la banda; estoy tocando en vivo por todos lados. Espero que la gente se asombre de las mismas canciones sabiendo que hoy no las tocamos igual. No las tocamos tal como eran antes, sino como nos parece. En algunos casos, debido a que la grabación original fue realmente buena, las tocamos muy parecidas a su versión de estudio; en otros casos, consideramos que pudieron ser mejores en su momento, y las tocamos con nuestro estilo. Con lo que pensamos que debería ser la música de Los Prisioneros en 2024.
En tu vida después de Los Prisioneros, has publicado dos discos como solista: El Largo Camino al Éxito (2006) y La Vida es Circular (2015)…
C: Sí, mis discos como solista tienen hartos fans. Pero son fans por dos razones: porque les gustó esa faceta… o porque querían escuchar todo lo que hacía un ex Prisionero. Nunca toqué mucho mis canciones. Tuve una carrera como solista y no la trabajé como debía. Ahora es diferente. Estoy preparando nuevas composiciones, ya que hoy tiene más sentido que eso suceda: canto en vivo por todos lados y tenemos una banda muy afianzada. Espero poder grabarlas este año. Tengo varias ideas y me encuentro en un momento creativo bastante bueno. Es un trabajo lento, pero quiero que quede bien. También divido el trabajo con mi labor como papá. Tengo hijos chiquitos, y llevo a la par mis actividades de padre y de artista.
¿Cómo te va llevando a la par ambas facetas?
C: A mí me gusta tocar en vivo, pero también me gusta mucho estar en casa. Mi trabajo ideal sería estar siempre en casa, con mis hijos. Trabajar desde acá, aunque obviamente no se puede. Tengo que viajar y dar shows. A veces es difícil.
Decías que no eres un sobreviviente de Los Prisioneros, aunque tus excompañeros de banda siempre serán parte de tu vida. ¿Cuál es tu relación actual con Miguel Tapia?
C: En este momento, no hay ninguna relación. Toqué con Miguel Tapia hasta 2020, después no lo hice más. Traté de convencerlo para seguir tocando. Le dije que era una buena idea, pero él no quiso.
¿Y con Jorge González?
C: Con Jorge González, la última vez que hablamos fue en 2021. Después de muchos años sin cruzar palabras, él me contactó. Sin embargo, me dijo que jamás iba a admitir públicamente que se había contactado conmigo. No entendí por qué Jorge me dijo eso, así que decidí cortar toda comunicación. Me parece mal que lleguemos a hablar de todo, de los discos, de Los Prisioneros… y que eso tenga que ser un secreto. Es un sinsentido.
Retomando lo de La Voz de los ’80, hagamos un ejercicio conceptual. Si Los Prisioneros tuviesen que grabar en 2024 un nuevo disco, digamos que titulado La Voz del Siglo XXI, ¿cuál sería su mensaje principal?
C: Cada música corresponde a su época. El blues, por ejemplo, correspondía a lo que estaba pasando en ese momento en la sociedad. Esos muchachos del campo que empezaron con una guitarra acústica, después lograron tener una guitarra eléctrica… y más tarde formaron bandas. Todo evoluciona. Hoy en día no hace falta buscar mucho, porque es fácil saber lo que está pasando. La gente está en el plan de “yo y mi mundo privado”. No hay una intención de ser solidario y no se piensa en los demás. En la música urbana, todo tiene que ver con el “yo” y no hay sentimiento de comunidad. Cuando se publicó La Voz de los ’80, esto era diferente. Estábamos todos de un lado… y del otro lado estaba el dictador. Es muy fuerte eso. Por ello, no podría existir una banda como Los Prisioneros en la actualidad.
¿Pero ninguna banda del nuevo siglo mantiene ese mensaje de comunidad?
C: Podría hablarte de los artistas chilenos, que son los que conozco más. Me gusta Alex Anwandter, por ejemplo, quien antes era parte de Teleradio Donoso. Él quiere decir cosas en el fondo. No es tan popular como debería ser, pero es muy talentoso. Bueno, también pasa algo con la popularidad hoy en día: todo responde a los Grammys, a las escuchas en Spotify, etc. La música de verdad no tiene nada que ver con eso.
Eres bastante activo en la discusión política de Twitter, si eso existe. Siempre estás comentando temas de actualidad o reposteando publicaciones específicas. Por ejemplo, condenas frecuentemente las acciones de Israel en Palestina.
C: En temas políticos, soy bastante impulsivo. No soy antisemita. No tengo nada contra el pueblo de Israel, pero condeno totalmente el genocidio que están cometiendo. Netanyahu [primer ministro de Israel] está haciendo lo mismo que hicieron con ellos durante la Segunda Guerra Mundial. Es un daño enorme a la humanidad.
Y también has opinado sobre la situación de Venezuela. Algunos seguidores te criticaron por una supuesta postura complaciente con Maduro, aunque hace poco lo llamaste ‘dictador’.
C: Dije un par de cosas antes sobre Maduro, pero me fui enterando más en estas últimas elecciones. Me parece que hay una trampa, sí. Dicen que las cosas en Venezuela están mejorando, pero hay 8 millones de venezolanos fuera de su país. Entonces hay algo raro. Las cosas se han hecho mal con Maduro.
¿Volverás a incursionar en la política como tal en un futuro cercano?
C: A ver, fui candidato a diputado en 2009. Fue bueno ser candidato, pero también fue bueno no quedar. Lo pienso en retrospectiva: habría sido muy triste ser congresista y no estar en la música. No lo volvería a hacer. ■