Julian Casablancas se asemejaba mucho a Sísifo, personaje mitológico cuyo castigo eterno fue empujar –cuesta arriba de una montaña– una roca gigantesca sin poder alcanzar la cima. Cada vez que estaba cerca de lograrlo, la piedra volvía a rodar hacia abajo, por lo que debía repetir el proceso una y otra vez.
En casi dos décadas, el músico neoyorquino también ha llevado consigo una pesadísima carga: Is This It (2001), el primer disco de The Strokes. Un álbum que lo ha devuelto a tierra firme siempre que intentó –junto a la banda que lidera, o con su proyecto en solitario The Voidz– volver a la cima que vio tan de cerca a inicios de este milenio.
Porque tras Is This It llegó Room On Fire (2003), que mantuvo ese espíritu audaz del debut, pero desde entonces todo fue cuesta abajo. Si bien en First Impressions of Earth (2006), Angles (2011) y Comedown Machine (2013), la agrupación concretó momentos interesantes (por ejemplo, «You Only Live Once», «Machu Picchu» o «Under Cover of Darkness»), lo que predominó en ese recorrido fueron las ideas sueltas e incompletas. La búsqueda de nuevos sonidos había resultado infructuosa.
Hasta The New Abnormal. En este sexto trabajo discográfico, los Strokes corrigieron –en buena medida– las excesivas pretensiones, que habían resultado en un primer intento fallido de virar hacia lo ochentero (algunos todavía nos preguntamos qué quisieron hacer con esos sintetizadores en «One Way Trigger»). Así, el nuevo álbum tiene una mirada más fina hacia el sonido de esa década, pero sin dejar de lado esa audacia que nos mostraron en el 2001. Un logro que, en buena parte, es atribuible al experimentado productor Rick Rubin.
En este nuevo álbum, The Strokes tienen una mirada más fina hacia el sonido de los años 80, pero sin dejar de lado esa audacia que ostentaron a inicios de este siglo.
Esto se nos muestra desde el track número uno, «The Adults are Talking», un corte new wave con un correcto uso de guitarras y caja de ritmos; pasando por la melodía vocal de «Bad Decisions», la cual es un clarísimo guiño a «Dancing With Myself» de Billy Idol; y dejándolo en evidencia en «Eternal Summer», que emplea un sample de «The Ghost in You» de los Psychedelic Furs.
En tanto, Albert Hammond Jr. y Nick Valensi aplicaron sus mejores guitarras en «Why Are Sundays So Depressing» (los riffs aquí son una remembranza a los de «You Only Live Once») o «Brooklyn Bridge to Chorus», donde coquetean elegantemente con el dance. Casablancas también luce su rango vocal con interesantes falsettos en las baladas «Selfless» y «Not the Same Anymore». Pero también en el sencillo «At The Door», uno de los mejores momentos del álbum.
Pero donde se reúnen todas las virtudes de The New Abnormal es en la canción final. «Ode to the Mets» incluye la destreza guitarrera, la versatilidad vocal de Julian, y la actitud desprolija (como ese «drums please, Fab!» entre las estrofas). Pero sobre todo resume los ejes temáticos que se pueden identificar en las letras del elepé: la melancolía, los tiempos venideros y Nueva York.
Y allí, en ese homenaje a los Mets, destaca un verso poderosísimo que lo resume todo:«Gone now are the old times / Forgotten, time to hold on the railing» («Atrás quedaron los viejos tiempos / Olvidados, es hora de aferrarse a la baranda»).
Es Julian diciéndonos que ha estado cargando una gigantesca roca cuesta arriba, pero que ya no lucha con ello. Ahora lo aprovecha para lo que viene en adelante. Porque eso es finalmente The New Abnormal: un punto de quiebre para The Strokes. El grito de liberación que se oye desde la propia portada: la notable obra Bird on Money (1981) del artista Jean-Michel Basquiat. Un verdadero punk neoyorquino.
Hace unos días, en una entrevista Casablancas eligió a Is This It como el disco favorito de su carrera. Este sexto trabajo ocupó el cuarto lugar en su ranking –después de Room On Fire–, y el tercer puesto prefirió dejarlo en la incógnita. Sí, pues: el pasado siempre será esencial para The Strokes (no por nada el término revival cobró nuevo sentido gracias a ellos). Sin embargo, no tiene por qué ser una carga. Y eso es algo que Julian parece haber entendido, al igual que sus compañeros.
Sello: Cult, RCA
Producción: Rick Rubin
Grabación: Shangri-La Studios (Los Angeles, EE.UU.)
Arte: Jean-Michel Basquiat
Fotografía: Jason McDonald