Donde manda Kendrick Lamar, no gobierna Jay-Z. En esta nueva era del hip hop, en la que el primero ha conquistado las indomables mareas del género, gracias a trabajos como Good Kid, M.a.a.d City (2012), To Pimp A Butterfly (2015) y recientemente DAMN. (2017); el segundo apenas si se ha mantenido a flote.
Concentrado quizás en sus negocios personales (ya hablaremos de Tidal) o en sus asuntos familiares, Jay-Z entró en un letargo creativo que alcanzó su climax con el lanzamiento de dos mediocres álbumes: The Blueprint 3 (2009) y Magna Carta Holy Grail (2013). Discos que estuvieron a gran distancia de lo que había logrado en piezas centrales de su discografía, tales como Reasonable Doubt (1996) o American Gangster (2003).
El asunto pareció complicársele tras la salida al mercado de Lemonade (2016), el celebrado elepé de su esposa Beyoncé, cuyas letras lo relegaban en un segundo y oscuro plano. En clave R&B, la cantante insinuaba sus supuestas infidelidades, al mismo tiempo que se encumbraba en las listas de la mano de colaboradores ajenos al entorno marital (ahí estuvieron, por ejemplo, Jack White, Diplo, The Weeknd y el mismísimo Kendrick).
Con tales precedentes, 4:44 podría asumirse como un acto de redención de Jay-Z. Un nuevo disco con aires de disculpa ante el apuro público. Un salvavidas, si se quiere, debido a sus varios puntos álgidos: ahí está la inicial “Kill Jay Z” (vaya nombre), que contiene extractos de ”Don’t Let It Show” de The Alan Parsons Project, a los cuales convirtió en un potente collage para acompañar sus peliagudos versos: «You’ll never be good enough / let’s just keep it real» («Nunca serás lo suficientemente bueno / solo mantén esto real»).
Otro tema clave es “The Story of O.J.”, en el cual samplea a Nina Simone y recupera cierto brillo creativo en la confección de sonidos. Pero, sobre todo, está “Legacy”, donde narra sus vicisitudes artísticas e incluso las empresariales: «My stake in Roc Nation should go to you / Leave a piece for your siblings to give to their children too» («Mis regalías en Roc Nation deberían ir a ti / Deja un poco para tus hermanos para que le den a sus hijos también»).
Sin embargo, los pasajes más flojos están en las colaboraciones. Ningún invitado aporta algo más que su nombre. Ni Frank Ocean, ni Damien Marley ni la propia Beyoncé, con quien sostiene un duelo lírico (y testimonial) en la efectista “Family Freud”. Con todo y altibajos, 4:44 lo devuelve a la superficie, aunque no es suficiente. Jay-Z debería preguntarse: ¿es pertinente seguir apostando por lanzar sus trabajos a través de Tidal? ¿Resurgirá de ese oscuro y segundo plano manteniéndose en una plataforma digital de tan poca aceptación? En estos tiempos, tendría que saberlo, no basta con tener un disco con argumentos pero inaccesible.
Sello: Roc Nation
Producción: Jay-Z • No I.D.
Grabación: Gimel “Young Guru” Keaton
Mezcla: Jimmy Douglass en United (Hollywood, EE.UU)
Masterización: Dave Kutch en The Mastering Palace
Formato: Digital