Arctic Monkeys – Tranquility Base Hotel & Casino

8.5

En enero del 2016, durante su cumpleaños número 30, Alex Turner consiguió un piano. Lo instaló en su estudio casero, ubicado en su residencia de Los Angeles, y empezó a crear. Con este nuevo instrumento, según cuenta en una reciente entrevista con Entertainment Weekly, buscaba una forma diferente de componer; una que por fin le retirara de la frente esa etiqueta de «mesías del rock». Así fue la génesis de Tranquility Base Hotel & Casino, el sexto disco de los Arctic Monkeys.

Pero además, apareció en su vida el retrofuturo. Turner confiesa que en estos dos últimos años empezó a interesarse por la ciencia ficción de décadas pasadas. Mientras intentaba hacer canciones con el piano, veía −por ejemplo− la vanguardista obra televisiva de Rainer Werner Fassbinder, World on a Wire (1978), que retrata los aspectos filosóficos de la mente humana, de su simulación tecnológica, y del rol que tiene la investigación científica en la sociedad actual (bastante intenso, ¿eh?). También se enamoró de la estética cinematográfica de Stanley Kubrick.

El resultado de tal exploración −fílmica y musical− fueron once canciones de space pop, nebulosas en su sonido y en sus letras; quizás los versos más peculiares que haya escrito el británico en su carrera. Alegorías sarcásticas a la tecnología (como en el track homónimo, donde canta: «Mamá quiere algunas respuestas / ¿recuerdas dónde salió todo mal? / los avances tecnológicos realmente me ponen en onda»), o a la política mundial (como en la cruda “Golden Trunks”, donde se refiere a Donald Trump: «El líder del mundo libre / te recuerda a un luchador que usaba unos calzoncillos dorados bien apretados»).

El nuevo look retrofuturista de los Arctic.

Aunque el verso más revelador es el que abre el disco, en el tema de apertura “Star Treatment”: «Yo solo quería ser uno de los Strokes / ahora mira el desastre que me hiciste hacer». Así, Turner no solo se sincera frente a ese carácter mesiánico que se le otorgó, de heredero de Julian Casablancas, sino que clarifica el rumbo musical que ha tomado: no más rock guitarrero y hedonista (en otra entrevista reciente, citó a Marvin Gaye, Nina Simone, Joe Cocker, The Rolling Stones, Ennio Morricone, Nino Rota y The Electric Prunes como sus nuevas influencias).

Este asentado pop espacial se deja escuchar en los dos mejores temas del álbum: “One Point Perspective”, con un piano muy puntual que va dibujando la progresión de acordes y una mínima dosis de guitarras (bastante reverberizadas, por cierto); y la canción de cierre “The Ultracheese”, de piano rimbombante y notables texturas R&B (Gaye y Simone son aquí las referencias palpables). “Four Out of Five” también entra al podio, aunque este track encajaría mejor en el penúltimo trabajo de la banda, AM (2013).

Dicho esto, Tranquility Base Hotel & Casino no puede verse como un trabajo de los Arctic Monkeys. Es, más bien, el siguiente paso que ha tomado Alex Turner como solista; o si se quiere la evolución de su proyecto paralelo, The Last Shadow Puppets. Pero no es un esfuerzo en conjunto de su principal agrupación (Jamie Cook, Nick O’Malley y Matt Helders son tímidamente acreditados en algunos temas, mientras que Turner firma como vocalista, pianista, bajista, guitarrista, baterista, compositor, coproductor, diseñador de la carátula y hasta ingeniero de sonido). Veremos si, a futuro, tal omnipresencia −bastante más sofisticada y sin chaqueta de cuero− abrirá el camino correcto para los Monkeys.


Sello: Domino
Producción: Alex Turner y James Ford
Grabación: La Frette Studios (Francia); Vox (Los Angeles, EE.UU); Lunar Surface (Los Angeles, EE.UU)
Arte: Alex Turner
Formato: Digital; CD y vinilo