Los Mirlos: “Llegar a Coachella es el hito más importante de nuestra carrera”

Los Mirlos en un estudio fotográfico

Las guitarras que alguna vez hicieron bailar a la Moyobamba de 1970, ahora sonarán fuerte en el desierto de California. Los Mirlos, pioneros de la llamada ‘cumbia amazónica’ o ‘psicodélica’, se convertirán en marzo de 2025 en la primera agrupación peruana que se presentará en el conocido festival de Coachella, bastión de las escenas alternativas y contemporáneas. Sobre este acontecimiento histórico para la música nacional, conversamos con los miembros fundadores Jorge Rodríguez Grández, Danny Johnston y el actual director musical Jorge ‘Coqui’ Rodríguez López. Además, brindaron una primicia: pronto se presentarán en el afamado ‘Zócalo’ de Ciudad de México, lugar coronado por nombres como Paul McCartney, Roger Waters y Shakira.

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Esta es la primera vez que una banda peruana llega a Coachella, que para muchos es el festival musical más relevante del mundo. A una agrupación de nuestro país, a Los Mirlos, le ha tomado cinco décadas llegar a ese escenario. ¿Cómo tomaron la noticia? ¿Conocían la relevancia de Coachella?

Jorge: Efectivamente, conocíamos el festival. Coachella nos contactó el año pasado, y querían que nos presentemos en 2024. Pero como el tiempo era muy corto para sacar la visa de trabajo y los documentos requeridos, se postergó hasta 2025. Es una gestión de mi hijo Javier, quien es el manager de Los Mirlos. Viajó hace cinco meses para entrevistarse con los directivos del festival, y fue grande su sorpresa porque en la oficina de estos señores había un afiche y varias producciones fonográficas de la banda. Nos estaban siguiendo hace buen tiempo. Conversaron y se pusieron de acuerdo en las condiciones.

Para mí, Coachella era una novedad. Javier empezó a explicarme su importancia; me dijo que se trataba del evento más grande al que Los Mirlos podíamos llegar. Si bien es cierto que hemos estado en varios festivales del mundo, este es el máximo hito. Tenía razón: la noticia ha generado un impacto que no preveíamos, sobre todo cuando se hizo público el cartel. Estamos emocionados y felices.

¿Llegar a Coachella ya es el hito más grande en la carrera de Los Mirlos?

J: Sí, es el hito más importante de nuestra carrera. Como te comenté, hemos estado en varios festivales en EE.UU., giras en Europa, compartiendo con músicos de otras latitudes. Vive Latino de México, FIFBA de Argentina ante 40.000 personas, Cordillera, etc. Muchos eventos. Hemos llegado hasta Eslovenia, donde casi no hay ningún latino. Nos emociona que la música de Los Mirlos haya cruzado las fronteras y se posicione de esta manera.

Van a compartir escenario con Lady Gaga, Missy Elliott y bandas contemporáneas de escenas alternativas. ¿Han tenido oportunidad de escucharlas, o de poner algo de Lady Gaga, por ejemplo?

Coqui: La verdad que no los he escuchado. Todos los nombres de esos grupos… no me suenan. [Risas] Estoy metido más en la cumbia. Para mí son bandas nuevas. Pero sería lindo tomarnos una foto o hacer algo con ellos, que quede un recuerdo.

Los Mirlos en Coachella
(Fuente: Coachella)

En esas conversaciones que tuvieron con los directivos de Coachella, ¿les contaron cómo los conocieron?

J: Lo que pasa es que la música de Los Mirlos está posicionada gracias a varios DJ internacionales que ponen nuestras canciones en festivales. Eso ha sido una parte elemental para que nuestra marca llegue al mundo. En México, los ‘sonideros’ lo hacen desde mucho tiempo atrás. También está la labor de [Alberto] Maraví, dueño del sello Infopesa, que tuvo la inteligencia –como hombre de mundo, empresario y productor musical– de licenciar nuestra música. En Argentina, éramos conocidos incluso antes de 1980, a través de las producciones fonográficas. El sello Microfón llegó a vender miles de unidades de Los Mirlos, llevándonos a competir con Camilo Sesto, Ángela Carrasco y otros artistas. Así comenzamos a viajar. En los últimos años, fue importante la reedición constante de nuestros vinilos, y el disco The Roots of Chicha (2007, Barbès Records) que produjo Oliver Conan.

C: Fuimos una novedad para las nuevas generaciones, quienes pudieron redescubrirnos al igual que a otros grupos peruanos de la época.

Sumaríamos otros factores que han servido para enlazar la música tropical con la escena alternativa, propia de Coachella. Por ejemplo, además del recopilatorio The Roots of Chicha, está el impacto inicial de Bareto o la posibilidad de escuchar música en plataformas digitales como Spotify…

J: Ahora todo es por internet. Modestia aparte, Los Mirlos somos muy escuchados en Perú. Tenemos cerca de 750 mil reproducciones mensuales, y a veces llegamos a 800.000. En diciembre, sube bastante hasta alcanzar el millón. Según los informes que nos entrega Spotify, México ocupa el primer lugar de oyentes. Le sigue Estados Unidos.

Con México tienen una conexión particular, ¿cierto? Sonido Gallo Negro los ha versionado en su momento. También han colaborado con Alejandro Marcovich, exguitarrista de Caifanes. Se presentaron en el festival Vive Latino. Y recientemente grabaron su esperada sesión con KEXP en Ciudad de México.

J: Tampoco sabía de qué se trataba esa sesión de KEXP, pero mis hijos me explicaron que era una enorme ventana en YouTube. Y llegamos allí. La cantidad de saludos y vistas que hemos recibido… es muy lindo. Mencionaste a Sonido Gallo Negro, y ellos nos tienen como referentes. Hoy son nuestros amigos.

C: Además, a KEXP entran muy pocos grupos latinos. Era una novedad que Los Mirlos hayan grabado una sesión, siendo peruanos y latinos que hacen cumbia.

Hay una lógica intergeneracional de Los Mirlos hacia afuera, conquistando a nuevas audiencias… pero también dentro de la banda. Don Jorge, por lo visto usted confía ciegamente en el criterio de sus hijos.

J: Claro que sí.

C: [Con ese trabajo familiar] hemos podido compartir escenario con muchas bandas nuevas, como La Nueva Invasión, Olaya Sound System, Barrio Calavera, Mauricio Mesones, Hit La Rosa, Renata Flores. Hemos trabajado con ellos y alcanzado a sus públicos.

¿Ya tienen pensado el setlist que presentarán en Coachella?

J: Justo estuve coordinando con mis hijos, porque aquí opinan ellos y opino yo, además de Danny. Para Coachella vamos a renovar el vestuario, ya que siempre queremos mostrar nuestra selva y su cultura al mundo. Luego vamos a estudiar el tema [del setlist] con tranquilidad.

C: A partir de este revuelo mediático con Coachella, se nos han acercado empresas con diversos ofrecimientos. Peluquerías, maquillaje, etc. [Risas]

¿Les han adelantado cuánto tiempo estarán en el escenario?

C: Imagino que serán entre 45 minutos y una hora. No creo que sea más tiempo porque habrá muchos artistas.

J: Javier me explicó que nos subiremos dos veces al escenario de Coachella, el 11 y el 18 de abril. Eso es lo que dice el cartel. Yo pensaba que era solo una vez, pero serán dos. Recién nos estamos enterando. [Risas]

Es interesante el contraste que habrá entre la propuesta amazónica de Los Mirlos y el ambiente desértico de Coachella. ¿Cómo afrontarán eso?

J: Somos una banda que difundimos música y cultura de nuestra Amazonía. Plasmamos lo amazónico en el sonido de nuestras guitarras. Eso lo mantengo desde los inicios hasta la actualidad, y es lo que le ha gustado al mundo. Así lo hemos demostrado en todos los festivales en los que hemos participado. […] De hecho, mi hijo me acaba de confirmar que el 25 viajaremos a México porque el 26 nos presentaremos en el Zócalo de Ciudad de México.

Increíble noticia. Probablemente, con temor a equivocarnos, serán los primeros peruanos que toquen en el Zócalo, el espacio público más importante de Ciudad de México.

J: Es una primicia que compartimos con ustedes.

C: Sí, y respondiendo lo anterior: tratamos de reflejar la selva en nuestra propuesta. Que se imaginen la Amazonía. Cuando nos ven con nuestros uniformes, con los pantalones coloridos, resaltamos. Todo eso llama la atención, además de la música.

¿Estudian previamente al público de cada festival?

J: Lo que pasa es que ellos ya nos conocen por los videos que ven. Nos conectamos inmediatamente.

C: Mi hermano Javier y yo solemos preguntar a los empresarios para ver qué canciones o producciones nuestras escuchan en ese país. Por ejemplo, en Colombia y Argentina, además de los clásicos, gustan mucho de nuestros temas de amor. Armamos el setlist en base a eso.

J: Danny también se pone a bailar… y con eso conectamos más. [Risas]

Quizás sea prematuro preguntar esto respecto a Coachella, pero… ¿sienten nervios?

C: Yo estoy normal.

J: Me siento normal también. Hemos estado en tantos festivales… lo que sí entiendo es que será un nuevo público; una nueva generación, que mueve al mundo. Seremos los más mayores, pero la gente nos respeta y quiere.

Sin duda, este 2024 ha sido un año espectacular para Los Mirlos.

C: Totalmente. Hemos presentado nuestro documental, que ya está por todos lados. Luego esto [el anuncio de Coachella]. Cada vez nos expandimos más. Hemos concluido nuestra cuarta gira por Europa. Visitamos Canadá y, por primera vez, Brasil.

Vamos a las raíces. ¿Cuán difícil fue tomar la decisión de venir a Lima desde Moyobamba en la década de 1970?

J: Yo formé un grupo en Moyobamba cuando éramos adolescentes. Mi hermano tenía 14 años, yo 18, el otro 15. Nos llamábamos Los Saetas. Teníamos el don de la música por mi papá, quien tocaba todo el día su acordeón. Crecimos con esa música, con su guitarra y su acordeón. Entre 1968 y 1970, nos hicimos conocidos, pero nuestro hermano llegó para proponernos viajar a Lima. Así fue cómo, en 1971, llegamos a la capital. Traje pocas cosas desde Moyobamba. En 1972, me reencontré con el resto de mis hermanos, además de Gilberto [Reátegui] y Danny. Entonces, nos organizamos para grabar el primer long play: El Sonido Selvático (1973, Infopesa).

¿Y cómo llegaron a ese sonido ‘selvático’?

J: Queríamos brindar una alternativa a lo que estaba sonando en ese momento. Nos tomaron la delantera gente como Los Destellos de Enrique Delgado, Los Diablos Rojos de Marino Valencia, Los Ecos de Heriberto Cuesta, que son nuestros hermanos musicales, aunque un poquito mayores que nosotros. Para ese entonces, ellos se estaban dedicando más a la cumbia costeña. Cuando llegamos a Lima, trajimos otro estilo. Dándole otro sabor a la guitarra; un sonido peculiar y original. Gustó e impactó muchísimo.

C: También tenían un concepto distinto, que se refleja en los títulos de las canciones: “El poder verde”, etc.

J: Así empezamos a grabar LP tras LP, y editábamos discos de 45 año tras año. Infopesa estaba feliz de la vida porque rompíamos con las ventas.

Cuando hablan de ‘un sonido diferente’, ¿tenían un referente puntual?

J: Entonces se hacía cumbia costeña, un poco más lenta y muy elegante. Agradable al oído y bailable. Pero Los Mirlos traían una alternativa: cumbias y cumbiones, con coros y guitarra electríca. Empezamos a grabar instrumentales y canciones con letras.

¿Cómo así priorizaron la guitarra eléctrica?

J: La guitarra eléctrica estuvo siempre. La música tropical del Perú, la cumbia peruana, se identifica siempre por la guitarra. Por esos años, ya escuchábamos a Los Destellos.

Entonces, Enrique Delgado sí es un referente de Los Mirlos.

J: Claro. Era un referente. En Moyobamba, también escuchaba a mi papá con sus pandillas; tocaban por toda la Amazonía. Llegaba Radio Caracol de Colombia por AM, y la sintonizábamos. Nos pegamos con “La Danza de la Chiva”, “La Pollera Colorá”, y todos esos temas fueron incluidos en nuestro repertorio.

¿No era un riesgo, en aquella época, ir a contracorriente de la cumbia costeña?

J: Quizás. La cuestión es que pegamos en Perú y el extranjero. Hacia 1978, Maraví [del sello Infopesa] empezó a licenciar nuestra música en otros países. Argentina, México, Bolivia, Colombia.

¿Y a qué atribuyen que la cumbia de Los Mirlos pegara tanto?

J: Es el sonido de la guitarra. Cuando escuchas las dos guitarras, es como el trinar de las aves. Esa es la razón de la existencia de Los Mirlos. Lo que le da su característica principal, su estilo, su psicodelia, que a la gente le encanta.

Un sonido que, efectivamente, podría agradar a una nueva generación de jóvenes que buscan esa propuesta de guitarra eléctrica y psicodelia.

J: En efecto, los ‘rockeros’ se identifican con Los Mirlos. Van a nuestros conciertos a escucharnos y ver cómo tocamos.

C: Además, antes no se usaba ese rótulo de ‘cumbia psicodélica’. Pero, con este relanzamiento, la gente le ha puesto esa etiqueta.

J: Cumbia amazónica, le decíamos.

¿Les gusta la etiqueta de ‘cumbia psicodélica’?

C: ¡Sí, claro!

En paralelo al sonido de guitarras, en la época también experimentaron con otros ritmos latinos…

J: Con salsa, con guarachas. Escuchábamos a bandas que estaban influenciadas por música venezolana, cubana. Aparecieron muchas orquestas que querían hacer guaracha… hasta que salió Enrique Delgado con la cumbia guitarrera. Algo más natural, más peruano. En Argentina tenían el tango; en México, su música con guitarra. En el Perú, la cumbia era con guitarra. Si bien la cumbia apareció en Colombia, allí usaban acordeón… en los vallenatos.

Cuando era joven, Enrique Delgado se contactó con Óscar Avilés, quien le dijo que debía seguir haciendo música criolla en lugar de cumbia. ¿Qué hubiese pasado, no?

J: Enrique empezó tocando música criolla, efectivamente.

Danny: Junto a Los Embajadorcitos Criollos, con quienes hacía covers de Los Embajadores Criollos.

¿Ustedes coquetearon con la música criolla?

J: La escuchábamos, estaba presente. Pero nosotros hacíamos cumbia.

D: Recuerdo que Enrique Delgado se inspiraba en Tulio Enrique León y Hugo Blanco. Tenía una guitarra de 12 cuerdas y tocaba sus canciones. La primera fue “El Avispón”. El maestro de Enrique era Washington Gómez, la segunda guitarra del Trío Los Chamas. Cuando él tocaba, te hacía escuchar primera guitarra, segunda guitarra y bajo a la vez. Incluso hacía bossa nova. Yo lo veía y por eso me puse a aprender.

C: Hubo una época en que Los Mirlos tocaba junto con Los Destellos. De hecho, el hermano de mi papá se casó con la hermana de Enrique Delgado. Yo le decía “tío Enrique”, lo veía siempre en las reuniones familiares. Era parte de mi familia, y a veces Danny y Enrique tocaban en casa con un piano y la guitarra. Mi papá los acompañaba, mi mamá se sumaba cantando.

Eran familia.

J: Sí. Mi hermano Segundo hacía reuniones en su casa después de casarse con la hermana de Enrique, Celeste. La gente se confundía y pensaba que yo me había casado con ella. [Risas]

¿Hay algún guitarrista de rock que los haya tocado o inspirado particularmente?

D: Los hermanos Santana. Jorge y Carlos. Carlos Santana empezó como violinista en salsa, y luego agarró la guitarra. Se dedicó primero al soul, pero después grabó jazz. Y finalmente rock. Tiene muy buenas canciones. Para mí, la música es infinita. Empieza con una cosa, sigue con otra… y no tiene fin. Depende de la práctica de cada uno. Yo me envicié con la guitarra; lo que debía aprender en un año, lo aprendí en un mes.

J: Como el rock apareció antes que la cumbia peruana, los efectos que tenían ellos, como el fuzz tone que hace vibrar a la guitarra o el Wah-Wah… nos llamaban mucho la atención en la época. Así fue cómo empezamos a utilizarlos en algunas canciones, no en todas. Pero, en prácticamente todo nuestro repertorio, incluimos un efecto especial que le daba color a la primera guitarra. Eso es lo que marca la diferencia.

D: Lo llamamos ‘sonido esférico’.

J: Ese efecto gustó. Junto a mis hermanos decidimos utilizarlo desde entonces. Tengo de reserva unos tres o cuatro equipos de la época, porque ya no los fabrican.

¿No han logrado simular ese efecto de manera digital?

J: Sí, pero no es igual. Se puede parecer en un 80%.

C: [El digital] le da un vibrato a la guitarra nomás. Siempre lo analógico tiene más peso, más punche.

¿Recuerdan con qué canción dijeron: «Este es nuestro sonido»?

J: Con el primer disco, durante la grabación de El Sonido Selvático. Y particularmente con “La danza de Los Mirlos”.

Cuando vinieron a Lima, más allá de lo musical, ¿se toparon con algún tipo de obstáculo social? Es conocido que algunos sectores de la capital consideraban a la cumbia como una expresión popular, sino marginal. ¿Sintieron esa barrera?

J: La verdad es que nunca sentí esa barrera. Desde que llegamos a Lima, sonaron nuestras en Radio Libertad y Radio Lima. Hubo apertura.

C: Mi papá tuvo varios programas de radio aquí en Lima.

J: Empecé en Radio La Crónica… y cerré en Radio Fiesta hace unos 15 años. Pero mi hijo Javier me dijo que deje la emisora, porque Los Mirlos no necesitábamos a la radio. Hoy ya no tengo radio, sino redes sociales. [Risas]

Don Jorge Rodríguez Grández en su estudio particular, en San Martín de Porres. (Foto: Fernando Alayo)

Coachella, Vive Latino y todos los grandes festivales que los han convocado son escenarios de lo alternativo, el rock, el indie o el nuevo pop. Con cumbia guitarrera, Los Mirlos han llegado a estos grandes espacios que todavía no pisan los propios ‘rockeros’ peruanos. ¿Por qué creen que ha pasado esto?

C: En un festival en Cochabamba, nos encontramos con una banda de rock que estaba haciendo su prueba de sonido. Sonaban espectacular: guitarras, la voz femenina, todo muy bien. Luego, ya en el escenario, tocamos y la gente bailó y disfrutó de nuestro show. Cuando terminamos, continuaba esa banda de rock que habíamos visto previamente. Pero la audiencia no vibró con ellos. Nadie saltaba. Esto me llamó la atención, porque eran geniales y, aun así, el público no se conectaba como sí lo hizo con nosotros. ¿Qué será? No sé.

J: Hay algo que marca esa diferencia. Salimos del sonido clásico. El sonido de Los Mirlos puede distinguirse.

C: Imagino que, como somos un grupo extranjero, les llama la atención.

Ese es un aspecto interesante. Porque, en discotiendas de Europa o EE.UU., probablemente la música de Los Mirlos se ubique en la zona de ‘world music’, donde entra todo. Esto podría derivar en una ‘exotización’ de la propuesta de la banda, como sucede con otros actos latinos. En algún punto, eso puede ser positivo comercialmente… pero también negativo desde el punto de vista de difusión cultural. ¿Cómo lo ven ustedes?

J: Todos los instrumentos de una orquesta, como los trombones o trompetas, son importantes. A mí siempre me sugirieron que incluya trompetas o saxo a mi cumbia. Lo analicé y conversé con mis hermanos, pero tomamos la decisión de no incluir vientos. Mantuvimos nuestro sonido… y a eso apuntamos siempre. Ese es nuestro sello, el que se ha posicionado tanto en Perú como en el extranjero.

C: Yo no veo lo negativo en que nos vean como ‘world music’.

Y se han preguntado… ¿por qué el Grupo 5 llena tres estadios en Perú, pero no llega a Coachella?

J: Es que todo el mundo canta canciones de amor. Si vas a México, escucharás miles de canciones de amor. En Europa, igual. Lo que hacemos nosotros tiene un sabor diferente. Si bien en la Amazonía hay grupos que también tienen esta propuesta, Los Mirlos –modestia aparte– lo hacemos desde hace muchos años atrás.

Por otro lado, tenemos festivales locales como Vivo X El Rock que, en su próxima edición, no incluirá a la cumbia.

C: Bueno, ellos van variando. De repente se ha saturado el cartel y quieren cambiarlo. Siempre la gente critica eso.

¿Qué viene para Los Mirlos después de haber alcanzado Coachella?

J: Esta historia va a continuar. Tengo a Jorge Luis ‘Coqui’, que es un gran músico. Justo recordaba que, en 1980, para nuestro sencillo “Eres mentirosa”, yo compré un sintetizador. Eso gustó y me quedé con ese aparato, que es el único que uso para acompañar las guitarras. Jorge Luis lo domina, y también domina las guitarras. Toca ambos instrumentos.

C: Mi padre es mi maestro, pues. Y Danny es mi maestro en las guitarras. Queremos seguir grabando y concretar más colaboraciones.

J: Acabamos de lanzar el álbum Corazón Amazónico. Lo grabamos nosotros mismos, en nuestro estudio, ya no con ninguna empresa. Por otro lado, solo nos faltan dos temas para culminar una nueva producción, que podría salir en diciembre.

Sin embargo, don Jorge, la edad puede apremiar. Usted o don Danny… ¿ya piensan en el retiro?

J: Hace 10 años, le prometí a mi hija que iba a retirarme. Pero con todo esto… no puedo retirarme. [Risas]

C: Cada año van saliendo nuevos proyectos, nuevos lanzamientos. Está pendiente el libro de mi padre, que aún no lo puede terminar.

J: Lo vengo escribiendo hace seis años. Quiero dejar un material didáctico para las universidades y los interesados en nuestra historia. Por ahora, ya decidí que la presentación en Coachella será el último capítulo de ese libro. ■


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