Turnstile – ‘Never Enough’

Portada de 'Never Enough' de Turnstile

Catorce temas condensan la tensión entre control y caos en un disco que atraviesa el hardcore, el synth pop y la psicodelia desde una estructura visual propia

No hay muchos discos capaces de fijar su hoja de ruta desde el primer track. En Never Enough (2025, Roadrunner Records), Turnstile arranca con una pieza homónima de sintetizadores amplificados y estribillos melódicos que pronto da paso a la descarga directa de “Sole”, una transición que sintetiza la propuesta entera: energía cruda que se alterna con pulsos más melódicos, sin abandonar la tensión. Es el cuarto disco de la banda de Baltimore, y llega en un momento de visibilidad total, cuando la crítica y varios referentes del mainstream reconocen su impacto más allá de las fronteras del hardcore.

Esa lógica de contrastes marca todo el recorrido del álbum. El vocalista Brendan Yates ha descrito el disco como una invitación a «sentarse con el caos y luego con la calma». Una estructura que se siente en las secuencias abruptas, en los cortes instrumentales y en las transiciones imprevistas. La banda no se limita a alternar volumen y reposo: compone sobre ese vaivén. El mejor ejemplo aparece en “Sunshower”, que arranca con guitarras punzantes y voz reverberada, antes de desvanecerse en un pasaje casi dream pop, sin perder dirección. La intensidad siempre vuelve, pero ya transformada.


Ese mismo principio se aplica a piezas como “I Care”. En ella, la guitarra con chorus en los versos y la distorsión total de los estribillos funcionan como diálogo interno. Hay riffs precisos, capas sintéticas y estribillos que reconfiguran la energía sin neutralizarla. Más adelante, “Look Out For Me” lleva ese enfoque a un nuevo nivel: batería frenética, efectos envolventes, guitarras ubicadas en distintos planos y una voz expandida que bordea la psicodelia. Turnstile articula todo con un oído puesto en la mezcla, como si la producción fuese parte del discurso compositivo.


La dimensión visual completa la experiencia. La portada —un doble arcoíris captado durante una gira en París— actúa como símbolo abierto: transformación, umbral o reinicio. Yates no propone una lectura fija, pero asocia esa imagen al movimiento interno del disco. El estreno del álbum visual en el Tribeca Film Festival refuerza esa intención. Never Enough está diseñado para no funcionar solo como disco, sino como secuencia estética extendida, donde sonido, imagen y estructura dialogan en múltiples direcciones. ●


Escucha Never Enough (2025) por Turnstile: